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Mi Camino de Santiago

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 La primera vez que escuché hablar del Camino de Santiago fue en una miniserie   con el mismo nombre dirigida por Robert Young (1999). Entonces no sabía casi nada de dicho recorrido pero me pareció muy significativo que fuese un trazado por el que la gente peregrinaba para llegar a la Catedral de Santiago.  Con el paso del tiempo leí mucha información sobre él hasta hacerme una idea de su carga histórica y simbólica y, sobre todo, paisajística; cuestión que se convirtió en una motivación esencial para querer hacerlo algún día.  Y ese día llegó a mediados del mes de octubre de 2022, después de algunas semanas de preparación  para tener las piernas prestas y la mochila lo más liviana posible, cuestión fundamental a la hora de emprender caminatas de más de 19 kilómetros en cada jornada.  La idea era realizar las últimas cinco etapas  comenzando en Sarria. Para ello determinamos las necesidades logísticas y las condiciones del trayecto. ¡Y todo salió a pedir de boca!   Desde los notables a
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Llevo días sin escribir nada.  Podría decir que  debido a tantos cambios espaciales ocurridos en mi vida durante los últimos siete meses, he perdido el norte de la palabra. El maremagnum de circunstancias, de adaptaciones, de experiencias encontradas, de incertidumbres, de nostalgias, de redescubirmientos me tiene confinada en una especie de inercia que sólo me permite pensar en las cuestiones prácticas fundamentales. Estoy en una suerte de limbo creativo. No he hecho otra cosa que corregir por enésima vez  una novela que terminé de escribir hace casi tres años.  Y me culpo por ello.  Pero también me repito una y otra vez que me estoy llenando de motivos, de experiencias, de sensaciones, que  luego me permitirán tornar al camino de la creación con el ardor de siempre, con la pasión de siempre. Eso espero.  Por ahora disfruto también de la fotografía, otro de los fuegos que me alimentan y que me abstraen de una realidad exhuberante a la cual aún no me acostumbro. Mientras r

El sol de los venados

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Espléndido atardecer en Neiva, Huila, Colombia. Miércoles 9 de septiembre de 2010.

Por Empuriabrava y sus connotaciones

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¿Qué hacen ustedes aquí ? pregunta una mujer entrada en años en un malísimo castellano. Estamos paseando y haciendo fotos , decimos nosotros casi a la vez. ¿Pasa alguna cosa ? preguntamos molestos. Esto es un lugar privado y no se puede entrar y yo soy la presidenta de propietarios. Sorpresa. Y ¿usted sabe qué país es éste, señora ? Replicamos. Que yo soy la presidenta y no pueden estar aquí . ¿Sabe en que país está usted ? Volvemos a inquirir con idéntica respuesta. La mujer nos mira casi con desprecio. Tiene acento alemán y vive en Illa Cartago. Una isla mínima, cubierta de casas bellísimas con mar propio en el patio. ¡ No se puede entrar aquí! Gruñe la mujer. No podemos creerlo. Ese recodo de mundo, rodeado de mar y de bellezas heridas por la especulación inmobiliaria, es un lugar prohibido para los demás mortales. Y, en efecto, un letrero en alemán ya nos advertía de ello. Pero no sabemos su idioma, señora. Estamos en Empuriabrava, una ciudad construida en 1967. La marina residenc

Ars o el pueblo de piedra

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A principios de verano, Chusa, la madre de una de mis mejores amigas, nos invitó – a mi y a mi familia- a Ars, un bello pueblo de la provincia de LLeida, anclado en las alturas de los Pirineos y situado entre la Seu de Urgell y Andorra. Allí tiene una casa preciosa y acogedora, decorada con un gusto exquisito en donde pasamos unos días espléndidos, rodeados de montañas verdísimas y exuberantes. Hacía tiempo que no respiraba un aire tan limpio y que no miraba un cielo tan profundo. Allí todo se antoja claro y silencioso. Los olores son más agudos y firmes y nuevos. Olor a hierba húmeda, a boñiga, a pinar, a flores de las alturas. Y el pueblo es una m aravilla. Unas cuantas casas de piedra que conservan el encanto de lo intocado por la lujuria del mercado inmobiliario. Casas intocadas por el tiempo y preparadas para las inclemencias del invierno y para las bondades del sol. Y en ellas seres sencillos con el peso de la vida en los ojos; seres de caminar lento, de miradas profundas, de pa