Tiempo de balances*
Cuando llega el fin de año muchas personas acostumbramos elaborar pequeños ejercicios de arqueo vital o, lo que es lo mismo, balances más o menos objetivos de lo que ha sido nuestra existencia durante esos doce meses anteriores. Así vamos apuntando aquellas cosas –pequeñas o grandes- que nos han alegrado, o no, la vida. Aunque a decir verdad algunos seres piensan que la felicidad reposa solamente en la concreción absoluta de esa tríada paradigmática: salud, dinero y amor. Y cuando no tienen alguna de ellas sienten que todo ha sido en vano, que se ha perdido el tiempo de manera irremediable. Esos arqueos vitales se convierten en elementos que en sí mismos metaforizan todo un ciclo vital de antes y después, de lo que fue o pudo haber sido en el pasado próximo y de lo que será en uno inmediato. Los balances sirven para reflexionar sobre las acciones que de un modo u otro nos marcaron, de aquellas dinámicas existenciales que nos procuraron experiencias de diversos matices. Pero hay