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Revista Nodo no. 28

La Revista Nodo es una publicación semestral de la Facultad de Artes de la Universidad Antonio Nariño, de la cual tengo el honor de ser editora. El pasado mes de junio salió a la luz el número 28; un monográfico cuyo título es Ciudad, espacio público y género en América Latina y que contó con la colaboración de la doctora Juliana Marcús, profesora de la Universidad de Buenos Aires,  como editora invitada. Se puede leer aquí: http://revistas.uan.edu.co/index.php/nodo/issue/view/78

ABRIL

No sé quién me roba el mes de abril (Sabina tampoco lo sabe); ni quién me roba las tardes alargadas y las flores de los almendros y los paseos por Collserola con la ciudad a los pies.  No sé quién me roba los abrazos a la gente que amo, las ganas de escribir, la alegría de caminar descalza por la playa, las contemplaciones en los bancos del parque.    Tampoco sé quién me roba los recitales en el Ateneo, el viaje a París en tren, las flores y los libros de Sant Jordi, la exposición Miradas urbanas de mi hermana, el recital Dibuxant Paraules... No sé quién me roba esa vida esencial y transparente que hasta hace algunas semanas era el camino de los días.

DIARIO EN TIEMPOS DISTÓPICOS: MARZO NO ES UN MES PARA VERSOS

Marzo de 2020 Y marzo no es, efectivamente, el mes en el que se deja el invierno y se saluda el renacer del mundo. Al contrario. El coronavirus ha trastocado cada una de las fibras de la vida tanto de aquella que se produce a ras del suelo como la de las altas esferas.   Pero eso no lo intuimos el 25 de febrero cuando se detectaron los primeros contagios  en la península (Madrid, Barcelona y Castellón); ni cuando, días más tarde, el 4 de marzo, se confirmó la primera muerte relacionada con ese bendito virus en Valencia. ¡Y lo peor de todo es que  ésta se había producido varios días antes:  el 13 de febrero! ¡Vaya mierda! dijimos en casa. Eso es gravísimo: significa que el virus ya está aquí y que hay mucha gente contagiada y no lo sabe, no lo sabemos.  Significa que estamos jodidos. Y no nos equivocamos. El 7 de marzo en el telediario informaron que en un funeral de Vitoria celebrado dos semanas antes se habían contagiado más de 60 asistentes. Y el 8 de marzo ya había 674 cas

DIARIO EN TIEMPOS DISTÓPICOS: LOS MESES PREVIOS

Diciembre de 2019 Hacía tres meses había regresado a Barcelona después de siete años en Colombia. Mi familia y yo estábamos felices tras dos años de separación.  Por ello quisimos celebrar las fiestas de navidad haciendo aquellas cosas esenciales y sin estridencias que nos permitiesen recuperar el tiempo perdido.  Así que paseamos por las Ramblas, disfrutamos de unos churros con chocolate en el barrio Gótico, admiramos las luces del  Paseo de Gracia, preparamos estupendas comidas en casa maridadas con buenos vinos y postres. Y nos maravillamos con la posibilidad de la cercanía y el encuentro. ¡Hasta el tiempo estuvo de nuestra parte! Y justo esos días finales de diciembre -31 si no estoy mal- escuchamos la noticia de que había surgido un virus en Wuhan, China,  que causaba neumonía (muchas, dentro de las que me incluyo, tuvimos que recurrir a Google para saber en qué lugar exacto se encontraba dicha ciudad). Recuerdo que entonces fue como un eco: algo que ocurre muy lejos

Volver siempre

Hace 6 meses volví. Siempre vuelvo. Esta vez lo hice desde el lugar primero. El de la nostalgia desvaída, los recuerdos y todo aquello que se agiganta en los brazos de la distancia y los afectos.  Volví con cansancio en las coyunturas y depresiones en el pelo; con la constancia de no tornar a los cantos de sirena, a las voces falsas de la abundancia y las amistades inciertas. Volví con la claridad de no repetir posibilidades, de no soñar con paraísos inexistentes, de no dejar jirones de juventud en calles de hormigón y miradas acechantes.   Volví para anclar los ojos en la mar y la montaña y vivir las horas tranquilas del horizonte antes del ocaso. Volver          partir                   todo se anuda                                       a una sábana                                                         de arena. 

LA MUJER PÚBLICA, ¿TIENE GÉNERO EL ESPACIO PÚBLICO?

Acaba de publicarse en la Revista NODO de la Facultad de Artes de la Universidad Antonio Nariño , el artículo "La mujer pública ¿Tiene género el espacio público?", escrito a cuatro manos con el profesor de la Universidad de Barcelona, Manuel Delgado Ruiz, PhD.  Se puede leer aquí . http://revistas.uan.edu.co/index.php/nodo/article/view/775

El oleaje de una ciudad en tránsito

Comparto una estupenda y generosa reseña de la poeta Dolors Fernández  sobre el  libro Poemas en tránsito (Oceánico)   (Bogotá, BigGaia, 2018) escrito por Pilar Osorio Morán y servidora, publicada en la Revista Nagari Magazine: http://www.nagarimagazine.com/el-oleaje-de-una-ciudad-en-transito-dolors-fernandez/

POEMAS EN TRÁNSITO (OCEÁNICO)

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Este poemario nace como un mensaje de texto (SMS) en un tiempo en el que aún no existía WhatsApp ni las redes sociales. En un momento en que era necesario nombrar y compartir la belleza y la maravilla de lo nuevo cuando se estaba lejos. Primero fue en Cuba, luego Grecia, Alemania, Colombia, Argentina, México… Y siempre Barcelona y sus calles y sus amores perdidos y su luz clarividente. Y también Bogotá con sus montañas y sus caminos y sus lluvias grises. Así se gestó este libro: a partir de mensajes que mi entrañable amiga Pilar y yo nos enviábamos, con sus respuestas y sus silencios. Y el resultado es un texto simbiótico en el que interactúan las palabras y las músicas de la una y de la otra, sin que al final se sepa quién escribió qué.   ¡Y esa era la idea! Lograr una armonía en el fondo y en la forma; en el sentir y el decir; en la ausencia y la presencia; en la melancolía y la esperanza. En ese sentido este poemario no es otra cosa que “cartas transoceánicas de amor-

MUJERES, ESPACIO PÚBLICO Y LÚDICA

Por: PhD. Martha Cecilia Cedeño Pérez Universidad Antonio Nariño Universidad Pedagógica Nacional  La relación mujer espacio público es compleja pues, entre otras cosas, revela las subordinaciones y exclusiones que se pueden apreciar en la sociedad mayor. Y esto es así porque tal como lo analiza Arent en su paradigmático libro La condición humana (1996), desde la misma antigüedad griega se establecieron los ámbitos   de lo público y lo privado como esferas que marcan irremediablemente la vida cotidiana de hombres y mujeres.    En este caso responde a una dicotomía que fragmenta el mundo y las formas de percibirlo y de aproximarse a él; y que hace parte de esa   suerte de taxonomización de la realidad que alcanza su punto más álgido en aquella de cuerpo-espíritu cuya enunciación queda definitivamente revelada en el reparto de lo uno para la ciencia y lo otro para la religión.   En el caso de la esfera pública, según la autora antes mencionada, corresponde a aquel lugar en e

La estética de la muerte

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Sensibilización cultural es una de las clases que oriento en una universidad colombiana. En principio ésta se concebía como una asignatura netamente teórica; no obstante, si nos atenemos a su nombre, su esencia no reposa en un concepto sino en el aura de los sentidos, en la posibilidad de acercarse efectivamente al mundo del arte y la cultura.  Por ello, con un par de profesores  que también orientan dicha disciplina en otros grupos, nos dimos a la tarea de replantear su naturaleza y sacar al estudiantado del aula. Lo primero que hicimos fue llevarlos al Museo de Arte Moderno de Bogotá para que apreciaran la exposición De la línea al espacio .  Fue una experiencia magnífica porque algunos/as  nunca habían ido a un museo. Por increíble que parezca era su primera vez en un lugar de esas características. Ese día el clima se alió con nosotras y permitió disfrutar de una jornada de arte y cielos despejados. La última actividad que realizamos fue un paseo al Cementerio Central de Bogot

La ventana o el vórtice espacio tiempo

Ese domingo desperté a las 5.30 de la madrugada. Me enfadé por ello pues tuve la absoluta convicción de que mi reloj laboral nunca dejaba de funcionar. ¡Era domingo y estaba en México, joder!  Había llegado cuatro días antes para participar en un evento académico sobre ciencia y arte del paisaje  y me hospedaba en un hostal modesto del centro  histórico de Querétaro, una vieja casona acondicionada para viajeras como yo, es decir, para gente sin muchos recursos que busca este tipo de lugares solo para pasar la noche. No obstante, en mi caso, había un motivo más: estaba situado en el casco antiguo de la ciudad, uno de los mejores conservados de todo México y ello permitía desplazarme por sus esquinas para contemplar las hermosas construcciones, las calles adoquinadas y limpias,  las  imponentes iglesias apostadas casi en cada manzana con sus torres arañando el cielo, y la atmósfera clara de un lugar extraordinario cuyo aliento hablaba de otros tiempos, otras vidas, otras maneras de sen