Recorrer Berlín era una de las cosas que tenía pendiente desde mis años de estudiante universitaria. O quizá desde tiempo atrás, cuando era una niña de 11 años y en una maleta olvidada que alguien se dejó en un hotel que tenía mi padre en Santa Leticia (Cauca)- Moscopán (Huila), encontré unas revistas de la entonces República Democrática Alemana (RDA). En ellas había imágenes de una ciudad monumental y limpia, con calles amplias y jardines florecidos. Me impresionaron esas fotografías en donde todo parecía estar signado por una belleza y un orden desconocido. Conservé algunas de esas revistas en las numerosas mudanzas familiares y me aficioné a las lecciones de alemán que había en sus páginas finales. Algunos años después me enteré de lo que estaba detrás de esa ciudad en apariencia armónica e igualitaria, modelo social para los desfavorecidos del orbe. Supe del Muro. Esa muralla de la ignominia que fracturó sin contemplac...