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ABRIL

No sé quién me roba el mes de abril (Sabina tampoco lo sabe); ni quién me roba las tardes alargadas y las flores de los almendros y los paseos por Collserola con la ciudad a los pies.  No sé quién me roba los abrazos a la gente que amo, las ganas de escribir, la alegría de caminar descalza por la playa, las contemplaciones en los bancos del parque.    Tampoco sé quién me roba los recitales en el Ateneo, el viaje a París en tren, las flores y los libros de Sant Jordi, la exposición Miradas urbanas de mi hermana, el recital Dibuxant Paraules... No sé quién me roba esa vida esencial y transparente que hasta hace algunas semanas era el camino de los días.

DIARIO EN TIEMPOS DISTÓPICOS: MARZO NO ES UN MES PARA VERSOS

Marzo de 2020 Y marzo no es, efectivamente, el mes en el que se deja el invierno y se saluda el renacer del mundo. Al contrario. El coronavirus ha trastocado cada una de las fibras de la vida tanto de aquella que se produce a ras del suelo como la de las altas esferas.   Pero eso no lo intuimos el 25 de febrero cuando se detectaron los primeros contagios  en la península (Madrid, Barcelona y Castellón); ni cuando, días más tarde, el 4 de marzo, se confirmó la primera muerte relacionada con ese bendito virus en Valencia. ¡Y lo peor de todo es que  ésta se había producido varios días antes:  el 13 de febrero! ¡Vaya mierda! dijimos en casa. Eso es gravísimo: significa que el virus ya está aquí y que hay mucha gente contagiada y no lo sabe, no lo sabemos.  Significa que estamos jodidos. Y no nos equivocamos. El 7 de marzo en el telediario informaron que en un funeral de Vitoria celebrado dos semanas antes se habían contagiado más de 60 asistentes. Y el 8 de marzo ya había 674 cas

DIARIO EN TIEMPOS DISTÓPICOS: LOS MESES PREVIOS

Diciembre de 2019 Hacía tres meses había regresado a Barcelona después de siete años en Colombia. Mi familia y yo estábamos felices tras dos años de separación.  Por ello quisimos celebrar las fiestas de navidad haciendo aquellas cosas esenciales y sin estridencias que nos permitiesen recuperar el tiempo perdido.  Así que paseamos por las Ramblas, disfrutamos de unos churros con chocolate en el barrio Gótico, admiramos las luces del  Paseo de Gracia, preparamos estupendas comidas en casa maridadas con buenos vinos y postres. Y nos maravillamos con la posibilidad de la cercanía y el encuentro. ¡Hasta el tiempo estuvo de nuestra parte! Y justo esos días finales de diciembre -31 si no estoy mal- escuchamos la noticia de que había surgido un virus en Wuhan, China,  que causaba neumonía (muchas, dentro de las que me incluyo, tuvimos que recurrir a Google para saber en qué lugar exacto se encontraba dicha ciudad). Recuerdo que entonces fue como un eco: algo que ocurre muy lejos