ABRIL

No sé quién me roba el mes de abril (Sabina tampoco lo sabe); ni quién me roba las tardes alargadas y las flores de los almendros y los paseos por Collserola con la ciudad a los pies.  No sé quién me roba los abrazos a la gente que amo, las ganas de escribir, la alegría de caminar descalza por la playa, las contemplaciones en los bancos del parque.   

Tampoco sé quién me roba los recitales en el Ateneo, el viaje a París en tren, las flores y los libros de Sant Jordi, la exposición Miradas urbanas de mi hermana, el recital Dibuxant Paraules...

No sé quién me roba esa vida esencial y transparente que hasta hace algunas semanas era el camino de los días.

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