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PALABRAS DE DESPEDIDA PARA MI ABUELO MIGUEL ÁNGEL

Abuelo - roble, sabio, pájaro-: Hoy me he vestido de rojo para homenajearte.  Para exaltar tu vida de empeño, de constancia, de lucha. Para recordar cómo saliste indemne de las dificultades cotidianas, de la violencia antigua y nueva, de la pobreza, de la sinrazón, a través del esfuerzo y la desbordada inteligencia. ¡Y sí que eras inteligente, abuelo!  Y no lo digo porque acumularas más conocimientos universales que muchas personas que dicen ser doctoras -aún recuerdo los largos interrogatorios a los que me sometías cuando estudiaba el bachillerato para comprobar mis conocimientos: yo temblaba ante la mínima posibilidad de equivocarme-, sino porque siempre encontrabas una solución creativa a las situaciones más  adversas. Como cuando emprendiste el camino de la incertidumbre junto a tu mujer y tus hijos e hijas para construir un lugar en la selva en donde pudiese habitar la esperanza. Allí, en la espesura de la manigua caqueteña, forjaste en compañía de tu prole un hogar a base d

Abuelo Miguel Ángel recita un poema

Mi abuelo Miguel Ángel pronto cumplirá 96 años y sigue tan lúcido como siempre. ¡Estoy viviendo de más!, dice.  No lo creo, respondo mientras lo miro a los ojos.  Aún brillan con ese fulgor de la inteligencia.   Y veo al abuelo tendido en la hamaca leyendo un libro y trabajando en la molienda de caña de azúcar para hacer panela y  galopando cuesta abajo en su caballo en la finca Sebastopol... ¡Y yo nací en Sebastopol!  Sí, el abuelo sabe de la Revolución Rusa y de muchísimas otras cosas. Y ¡cómo no! ha leído no sólo a Marx  y a Vargas Vila sino a otros filósofos y escritores de la sospecha. Ahora recuerdo que leí El lobo estepario en su finca alguna de esas veces que fuimos allí de vacaciones -yo tendría 14 o 15 años-.  ¡Con eso podemos advertir un poco de su talante!   El año pasado me confesó que le hubiese gustado conocer la Madre Patria y luego me preguntó ¿quedan franquistas en España?  Yo le respondí sin dudarlo ¡10 millones, abuelo!   Cuestiones políticas aparte, ese mism

95 AÑOS DE MEMORIA *

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En unos cuantos cuantos días , mi abuelo Miguel Ángel Cedeño cumplirá 95 años. Casi un siglo de luchas, de partidas, de llegadas, de alegrías, des-amores y desvaríos.  Cuando nació, por allá en 1917, todavía no se había acabado la Primera Guerra Mundial y el país aún vivía las consecuencias de las Guerra de los Mil Días y el partido conservador mantenía su hegemonía  y Neiva apenas era un pueblo al que recién había llegado la energía eléctrica. El abuelo –descendiente del Bravo Cedeño, veterano de la Guerra delos Mil Días - ha sido testigo de acontecimientos trascendentales tanto a nivel nacional como internacional.  Dentro de ellos podríamos enumerar La Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, la Caída del Muro de Berlín con todas sus implicaciones y, por supuesto, testigo también de confrontaciones más recientes.    A nivel nacional y local, el abuelo vivió la ascensión del partido liberal con  Olaya Herrera y también, vivió profundamente esa triste épo

A mi abuelo Miguel Ángel y sus 93 años

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Aún no te he dicho abuelo que me complicaste la vida, de manera indirecta, desde el momento exacto en que te ví guardar esos libros debajo del colchón. Sí, ya  sé que entonces sólo tenía 7 años. Me parece que no sabías que tu nieta leía desde los cuatro. Mi padre jamás te dijo que mientras estábamos en la manigua, internados en la selva como parias expulsados del paraíso, un hombre sabio y valiente me enseñó las primeras letras.  Así que cuando te ví esconder esos libros viejos no tuve otra alternativa que sacarlos de su escondite, leerlos de cabo a rabo así mi mente incontaminada no entendiese casi nada. Y lo hice con un miedo enorme de ser descubierta por tí.  Pero me pudo más la  curiosidad, el deseo inmenso por rastrear esas palabras que tu guardabas al anochecer. Además, abuelo, si venías cansado de la faena del campo y te acostabas en la hamaca a leer un libro era porque allí habían cosas buenas. ¡Era magnífico contemplarte en ese balcón  desde donde se podía ver el horizonte más