A mi abuelo Miguel Ángel y sus 93 años


También me la complicaste con tu bendita manía de hacerme pruebas de conocimientos cuando te visitábamos en tus predios o cuando tú decidías darte un respiro y dejar tus campos caqueteños para viajar hasta nuestra casa. Me encantaba verte, abuelo, pero también te temía. Eras implacable con esas preguntas sobre geografía, literatura o política que yo intentaba responder bien pero en las que casi siempre erraba. A veces, antes de verte, repasaba las cosas más importantes aprendidas durante el curso escolar para no dejarme vencer por tí. Pero siempre ganabas y me decías que sólo habías hecho hasta quinto de primaria pero que en tu época sí enseñaban y que ahora los muchachos y muchachas salen del colegio sin saber en qué continente queda el río Nilo... Y tenías razón. Me pusiste a prueba hasta que terminé el bachillerato, imagino que lo dejaste porque en la última tanda de preguntas que me hiciste acerté casi en todas las respuestas.
Me la complicaste porque desde entonces naufrago cada día en las palabras y en esa inquisidora mirada que busca siempre auscultar la otra cara de la realidad. Creo que hubiese sido mejor no sucumbir a tan temprana edad en todo ese mundo de invenciones, de artilugios, de mentiras y en ese afán constante por aprender cada día cosas nuevas. ¡Me parece que siempre me estoy preparando para que me hagas más preguntas, abuelo!
Me gusta saber que tienes 93 años de lucidez, de experiencia, de historias que me gustaría recuperar. Y confieso sin modestia que también me encanta saber que te sientes orgulloso de esta nieta que gracias a tí ha intentado superar cada día las fronteras de la ignorancia. ¡Me gusta que me hayas complicado la vida, abuelo!

Fotos: Viaje al Desierto de la Tatacoa, Neiva, Huila, Colombia, 1999.
Las dos primeras son imágenes de mi abuelo y en última imagen estamos con él mis hermanas Mariela y Lina María y Melquisec y Juan Carlos.
Comentarios
Un abrazo fuerte,
Martha
Un abrazo