¡Mamá, quiero ser reina!
Martha Cecilia Cedeño Pérez
Antropóloga
Sin duda lo que subyace en esta clase de eventos es un reflejo de esa cultura patriarcal tan arraigada en nuestro país. Cultura en la que cada día se refuerzan unos roles de género asociados a uno y otro sexo con el fin de mantener la desigualdad estructural entre hombres y mujeres. Los reinados son una prueba perversa de esa realidad: por un lado, reproducen de manera descarada unos parámetros que perpetúan la concepción de la mujer como un ser pasivo, expuesto a las miradas y por ello mismo a los juicios, cuya única función es la de ser un mero objeto decorativo que, como tal, debe tener dos virtudes fundamentales: ser bella y, por tanto, deseable. Y por otro lado, a través de los medios de comunicación, se abona el terreno para que desde muy pequeñas a las niñas se les inocule el virus de los reinados o, más bien, el de la belleza física como el único camino para triunfar y ser el centro del mundo. La expresión “¡Mamá, quiero ser reina!” es una prueba contundente de lo lejos que aún estamos de la igualdad, de la paridad elemental entre mujeres y hombres en todos los campos de la vida social. Esa frase es un lastre que nos conmina aún más en la esfera de la dependencia y la subordinación.
* Columna publicada en el Periódico caqueteño El Líder el domingo 22 de noviembre de 2010.
Ilustración: dibujo realizado por Luna del Mar cuando tenía 5 años.
Ilustración: dibujo realizado por Luna del Mar cuando tenía 5 años.
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