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Un poema de Federico García Lorca

Ciudad sin sueño (Nocturno del Brooklyn Bridge) No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas. Vendrán las iguanas vivas a morder los hombres que no sueñan y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros. No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie. No duerme nadie. Hay un muerto en el  cementerio más lejano que se queja tres años porque tiene un paisaje seco en la rodilla; y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase. No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta! Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas. Pero no hay olvido, ni sueño; carne viva. Los besos atan las bocas en una maraña de venas recientes y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso y al que teme

Desde Cijuela, Granada

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Hace tres días estamos en Granada. Bueno, en Cijuela, un pueblo pequeñito desde el cual se puede ver la sierra blanca. Aquí estamos con una gente linda que nos ha invitado a compartir estos días de fin de año. Podría enumerar las magníficas cosas con las que he podido reencontrarme. La sensualidad del Albayzín, la belleza indómita y agreste de La Alpujarra, la sencillez de pequeños pueblos como Santa Fe, Fuente Vaqueros, Chauchina, Escoznar...  Y la felicidad de visitar la casa de verano de García Lorca por primera vez. Fue emocionante estar en  su habitación y sentarme en su asiento, frente a aquel escritorio en el que escribió sus mejores obras (el guía se rindió ante mi sonrisa de petición ¿Puedo sentarme aquí? Es que ¿sabes? escribo poesía...) Y ahí estuve unos segundos tocando la madera, imaginando al creador en sus momentos de iluminación y mirando a través de la misma ventana como él hizo tantas veces... En fin, ahora quiero que se vaya este año de mierda. Y no me pondré bragas