Terror en Gaza
Hoy, justo a la hora de comer, la tele replica su postre de sangre. Mientras los felices de la tierra descansan de los vaivenes de las fiestas (las reuniones, las comidas, las compras...), una orgía de dolor tiñe de rojo un territorio. Y tenía que ser aquel sagrado de las religiones occidentales -vaya paradoja. Allí, la muerte ronda los muros, las casas, las calles. Allí llueven gotas encendidas. Bombas que arrasan los árboles y los sueños. Y no puedo quedarme callada, ni mirar las noticias del horror. Y me enfurezco y me lleno de indignación. No comprendo el odio encarnizado contra un pueblo acorralado, vejado, expulsado sistemáticamente de una tierra que ha ocupado durante más de 2000 años. No comprendo el silencio de los poderosos del mundo que vuelven sus ojos hacia otro lado mientras un pueblo se desangra. Nada justifica el terror, la masacre, la muerte. ¿Hasta cuándo esa guerra ciega que todo lo cercena? Tengo un nudo en la garganta. No puedo comer con sangre. No puedo reir con m...