Esas pequeñas patrias
ESAS PEQUEÑAS PATRIAS*
El apátrida aguarda
el íntimo suicidio
de un deseo.
Efi Cubero, “Bajo
la turbiedad”
Por: Martha
Cecilia Cedeño Pérez

Por eso, quienes hemos tenido la opción de vivir en lugares
distintos y lejanos los unos de los otros, experimentamos, a veces, esa enorme
fractura de no poder fusionarlos en uno solo. Sufrimos la inmensa desazón de la
nostalgia, del deseo y la añoranza. De
querer estar siempre en ese espacio otro allende los mares, las montañas, los
desiertos. De extrañar lo dejado atrás, temporal o definitivamente. Dejé palomas tristes junto a un río/
caballos sobre el sol de las arenas/ dejé de oler la mar, dejé de verte, nos dice Alberti. Y por ello también exclamamos con Maruja
Vieira Esta noche de lluvia mis palabras
te buscan/ por la casa desierta, donde faltan mis pasos. Y recordamos con Ángel González que Siempre,
después de un viaje/ una
mirada terca se aferra a lo que busca,/ y es un hueco sombrío, una luz
pavorosa/tan sólo lo que tocan los ojos del que vuelve.
Y nos anudamos a esas pequeñas patrias sin remedio. En el caso de
quien esto escribe ellas están ligadas irremediablemente a los contornos, a las
visiones y aromas de Colombia y España.
Ambas forman un todo complejo y profundo que hace olvidar la idea de nación como un
territorio rígido al cual se debe pertenecer porque sí. Están ligadas sin duda
a la poesía de sus orillas, a la luz
iridiscente del trópico y el Mediterráneo, a las fragancias de los gualandayes y
los cerezos, a los sabores del asado huilense y el lechazo castellano, al jugo
de guanábana y la horchata, a la “berraquera” colombiana y el seny catalán, al bambuco y el flamenco; a Neiva y Barcelona…
A los amaneceres de púrpura y oro de las dos y a los hondos afectos arraigados
en ambos costados del mundo.
Son esas patrias cálidas y cercanas las que conforman nuestra
esencia de manera irremediable. En ellas se condensa el mundo con sus pliegues,
sus intersticios, sus sombras, sus vértices y vórtices. Ellas nos habitan y nos
permiten transitar y explayarnos por las esquinas de la vida, pese a saber –o
quizá por ello-, que Así,
incombustible/gira el planeta en su órbita infernal/ y fugazmente intuimos en su
elipse/la inefable verdad del universo, tal como lo enuncia el poeta hispano
colombiano Antonio María Flórez.
Bogotá, noviembre 13 de 2014
*Artículo publicado en la revista Ventana Abierta, Asociación de Amigos de la Cultura Extremeña, Don Benito, diciembre de 2014
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