MUJERES, ESPACIO PÚBLICO Y LÚDICA
Por: PhD. Martha
Cecilia Cedeño Pérez
Universidad Antonio Nariño
Universidad Pedagógica Nacional
La
relación mujer espacio público es compleja pues, entre otras cosas, revela las
subordinaciones y exclusiones que se pueden apreciar en la sociedad mayor. Y
esto es así porque tal como lo analiza Arent en su paradigmático libro La condición humana (1996), desde la
misma antigüedad griega se establecieron los ámbitos de lo público y lo privado como esferas que
marcan irremediablemente la vida cotidiana de hombres y mujeres. En este caso responde a una dicotomía que
fragmenta el mundo y las formas de percibirlo y de aproximarse a él; y que hace
parte de esa suerte de taxonomización de
la realidad que alcanza su punto más álgido en aquella de cuerpo-espíritu cuya
enunciación queda definitivamente revelada en el reparto de lo uno para la
ciencia y lo otro para la religión.
En
el caso de la esfera pública, según la autora antes mencionada, corresponde a
aquel lugar en el cual se dirimen las cuestiones de más importancia para la
sociedad y es por lo tanto la comarca del bios
politikos, de la visibilidad en todos los sentidos, de la publicitación. Es
el espacio en el cual la vida se despliega con su dinamismo y trascendencia a
la vista de todos. Es el lugar del
discurso, de la palabra, de la elección, de la producción, de la libertad; allí puede escucharse y sentirse la presencia
y la voz de un ser que -¡oh sorpresa!- es masculino. El ámbito privado en cambio, corresponde a
aquel mundo de las necesidades primarias, el de la reproducción y de lo oculto.
Esto todo aquello que no se ve y permanece bajo las cuatro paredes del dulce
hogar. Y es justamente en ese reino
donde se ha confinado a las mujeres de manera sistemática.
Ahora
bien, en lo que respecta a la esfera pública burguesa de la cual habla Habermas
(1992) se debe mencionar que sus perfiles se erigen en la revolución industrial y nacen de una mirada netamente masculina. Y ello se evidencia en la concepción y
consolidación de una ciudad que parece estar dispuesta para satisfacer las
necesidades materiales y de libertad de un varón, joven, sano y blanco y de un
modelo específico de familia: la heteropatriarcal. Es decir, fue construida con
base en una diferenciación sexual en la cual las mujeres son encapsuladas en el
ámbito de lo privado con todo lo que ello implica en términos de igualdad, de inclusión
y de posibilidad de incidir en los aspectos más importantes de la sociedad.
Y
aún hoy, pese a todos los avances que
las mujeres han logrado en diversos ámbitos, esa división limita su ser y su
hacer en el ámbito público en lo que atañe tanto a su dimensión física como política.
En la primera, es evidente que las féminas tienen verdaderos problemas
para disfrutar de los espacios abiertos de la ciudad ya sea porque a la hora de
construirlos no se ha pensado en sus necesidades e intereses ni en las del grueso de la población - niños y niñas,
personas mayores o con problemas de movilidad-, ni en los aspectos formales que
faciliten los usos y los tránsitos; sino que también en ese espacio las mujeres
sufren de múltiples violencias que operan como una estrategia para impedir su
acceso a esas comarcas, es decir, como diques de contención para el ejercicio
de su libertad. Y en la segunda, las
mujeres a nivel general aún no pueden acceder a la política en igualdad de
condiciones; no ocupan aquellos puestos de poder en donde se toman –y se
ejecutan- decisiones fundamentales en la vida de una nación como tampoco ocupan
posiciones relevantes en el ámbito de la ciencia, la economía, la tecnología,
la investigación…
Esas
desigualdades estructurales están encajadas inexorablemente en una sociedad que
tiene bien engrasados sus dispositivos para que se sigan reproduciendo. Así
desde una temprana socialización en la familia y posteriormente en la escuela,
los niños y las niñas van entendiendo cuál es el lugar que se les tiene
preparado. Y empieza muy pronto: desde
la selección del color de su vestuario –incluso antes de nacer-, pasando por
los juegos y los juguetes; el modelamiento del carácter, de los gustos; el uso
de la lengua… hasta llegar a estadios mayores en los que, por ejemplo, se elige
una carrera que en el caso de las mujeres casi siempre está relacionada con esa función de cuidadoras a
las que naturalmente se las ha asociado.
Y
todo lo expuesto anteriormente, se evidencia en el espacio público urbano. Por ello quizá a la hora de indagar sobre las prácticas y
usos femeninos en las comarcas urbanas de la ciudad hay muy poca información.
Es como si no importara tal asunto o lo que es peor, se diera por descontado
que en esos escenarios todo el mundo –hombres y mujeres- hace lo mismo de la misma
forma. Nada raro si se tiene en cuenta
que, como ya se ha dicho, la ciudad ha sido concebida y construida desde una
perspectiva claramente masculina. Así
que, por ejemplo, el uso lúdico de algunas comarcas urbanas sea sobre todo una
cuestión relacionada con prácticas de los varones. Por ello resulta interesante
el estudio de Vilanova y Soler (2008)
titulado “Las mujeres, el deporte y los espacios públicos: ausencias y
protagonismos” en donde se asume que el
uso y la percepción del espacio tiene una carga cultural de género en el hecho
de que el espacio público se ha considerado siempre como un ámbito masculino y
ello incide en la manera en que las mujeres lo viven y la practican. Y se
evidencia en la ausencia de las mujeres que practican alguna actividad
deportiva en dicho ámbito. Las autoras
revelan que en el sector de Barcelona estudiado por ellas ese tipo de actividad
es llevada a cabo, principalmente, por los varones. La pregunta que surge aquí
es ¿a las féminas no les gusta realizar actividades deportivas en las comarcas
públicas?
El
trabajo antes mencionado es uno de los pocos que aborda la relación
ciudad-género-lúdica. No obstante sí hay estudios que tratan el tema del juego
y de la creación en el medio urbano pero desde una perspectiva bastante
aséptica e indiferenciada. Dentro de ellos se puede resaltar el de Corbal (2010), “La plaza es la plaza. Juego y espacio público”,
cuyo objetivo es “discutir las observaciones realizadas en torno a la
definición espacial de plaza, la delimitación del espacio de juego, así como
también la apropiación que hacen del mismo, los niños, en sus actividades
lúdicas, y reflexionar, acerca de las mismas, siguiendo como eje la relación
entre juego y espacio” (p. 2), pero sin abordar dichas temáticas desde una
perspectiva de género que permita vislumbrar percepciones, usos y prácticas
diversas. En ese mismo sentido se puede mencionar el de Rodríguez Cortés (2015)
“La Ciclovía en Bogotá un espacio público de re creación y ocio: ambiente,
salud y ciudadanía”, que desde una mirada histórica hace un repaso de lo que ha
sido esta iniciativa de 1995 al 2013 bajo los pilares de cultura ciudadana, salud colectiva y cuidado
ambiental, pero sin definir una mirada crítica y de género que permita
vislumbrar esos tres elementos desde enfoque más amplio y complejo.
Ahora
bien en lo que respecta a esa noción de la ciudad como lugar de lo lúdico
merece la pena mencionar el trabajo de Colomer Rubio & De Luca (2014) que
aborda esta temática mediante la comparación de tres realidades urbanas
(Palermo, Valencia y Génova) que sufrieron modificaciones importantes en su
espacio urbano para dar origen a una ciudad ligada a lo lúdico. El de Cardona Rendón (2008) “Espacios de ciudad y estilos de vida. El
espacio público y sus apropiaciones”, en donde se parte del hecho de que los
espacios públicos que son usados para el
ocio, los deportes, la recreación y el desplazamiento cotidiano engloban nexos
entre el espacio físico - espacio social
que evidencian lógicas de interacción entre distintos agentes sociales; aquí
tampoco se retoma la perspectiva de género para mirar como ese campo abierto en
el cual se evidencian prácticas de todo tipo –dentro de las cuales están las
lúdicas- habla también de usos disimiles, de formas de uso distintas entre los
hombres y las mujeres.
En
este mismo sentido está el estudio Monkobodzky
(2014) titulado “Las prácticas lúdicas en un parque público: Relaciones entre
el espacio y el juego”, una tesis de grado que trata la relación entre este
tipo de práctica y el espacio en el cual se llevan a cabo. En ese sentido el
autor aborda el vínculo entre el espacio y el juego, teniendo como objeto de
estudio un parque público. Hay un
aspecto interesante y es que en este estudio se refleja cierto interés por
abordar estas actividades teniendo en cuenta aspectos como la diversidad de
usuarios/as, la edad y el género, que de alguna u otra forma condicionan o
determinan la realización de dichas
prácticas lúdicas.
En
un terreno más amplio que abarca la mirada de la ciudad como un espacio lúdico
merece la pena mencionar el interesante trabajo de Stevens (2007), The Ludic City, en donde toca la
relación entre lo lúdico y el mundo urbano, especialmente en el capítulo Play
and The Urban Realm. En dicho apartado el autor define la noción de juego a
partir de que éste involucra acciones que no son instrumentales, que hay
condiciones y reglas específicas que separan el juego de la vida cotidiana, que
el juego involucra actividades en las cuales la gente prueba y expande sus
límites (competición, oportunidad, simulación y vértigo); y que el juego en la
ciudad implica encuentros con extraños (p. 27).
En
el trabajo “La ciudad lúdica: interpretación creativa de los espacios urbanos a
través del juego. Ciudades creativas” de Abad (2011), se aborda el tema de las
acciones lúdicas o de juego que
corresponde a “actividades placenteras y de recreación que no están vinculadas
a la producción eficaz del negocio y que son susceptibles de generar dinámicas de
encuentro y oportunidades de comunicación” (p. 3) y que buscan la
resignificación de los espacios urbanos a través del juego. En tal sentido el
espacio lúdico no es un espacio físico sino un espacio simbólico en el cual
también se re-crea la ciudad con todo lo que ello implica.
Otro
estudio interesante es el de Ipiña García
(2016) “El espacio público
dedicado al ocio en el siglo XXI y la búsqueda de los oasis urbanos”, que aborda la manera en que las plazas, los
parques y los jardines se convierten en puntos de encuentro social a partir de
la realización de actividades
recreativas y lúdicas. El objeto
de dicho estudio es analizar los factores físicos, sociales y culturales que
permitan el fomento de los usos y usuarios.
Los trabajos enunciados hasta aquí son una
pequeña muestra del interés por abordar el tópico del juego en la ciudad pero
sin el componente de género. De hecho solo uno de ellos –el de Vilanova y Soler
(2008)- se enfoca en el estudio de la práctica deportiva de las mujeres en
algunos espacios públicos de Barcelona. Esta escasez de información al respecto
denota el poco interés en estudiar las prácticas femeninas en los espacios
públicos y en concreto aquellas que tienen que ver con las actividades deportivas. Es
como si las féminas no utilizaran el espacio público también de manera lúdica
no solo jugando en los lugares formalizados para ello (canchas de básquet o
fútbol) sino en aquellos que son apropiados y resignificados mediantes usos alternativos
como la realización de juegos populares, montar en bicicleta, la práctica del patinaje o de actividades
consideradas masculinas como el monopatín, por ejemplo.
En
resumidas cuentas es cierto que hay ausencia de mujeres en las prácticas deportivas
urbanas pero eso no significa que éstas no utilicen la ciudad en dicho sentido.
Y esa invisibilidad seguramente tiene su
origen en aspectos relacionados con la conformación de los espacios públicos,
con las sensaciones de seguridad e inseguridad y, más allá, con el hecho de que esa comarca aún es
considerada netamente masculina. No obstante, es claro que el acto de vivir y
ocupar la urbe de distintas maneras –entre las cuales está la deportiva- es una
forma de apropiarse de la ciudad en general y de reforzar la percepción de
libertad.
Referencias bibliográficas
Abad,
J. (2001) La ciudad
lúdica: interpretación creativa de los espacios urbanos a través del juego.
Ciudades creativas. Revista Creatividad y
Sociedad, no. XVIII.
Arendt,
H. (1996) La condición humana.
Barcelona: Paidós
Cardona
Rendón (2008) “Espacios de ciudad y
estilos de vida. El espacio público y sus apropiaciones”. Revista
Educación física y deporte, n. 27–2. (pp. 39-47) Funámbulos Editores
Colomer
Rubio, J.C. & de Luca, L. (2014): "De la ciudad industrial a la ciudad
lúdica. Algunas reflexiones en torno a Valencia, Palermo y Génova
(1960-2000)" [en línea]. En: Ángulo Recto. Revista de estudios sobre la
ciudad como espacio plural, vol. 6, núm. 1, pp. 35-56. En:
Corbal,
P. (2010). La plaza es la plaza. Juego y espacio público en la ciudad de La
Plata. VI Jornadas de Sociología de la
UNLP. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias
de la Educación. Departamento de Sociología, La Plata.
Habermas,
J. (1992) "L'espace public",
30 ans après. In: Quaderni, n°18, pp.
161- 191
Ipiña
García (2016) El espacio público dedicado al ocio en el
siglo XXI y la búsqueda de los oasis urbanos. Estoa No. 9 / Vol. 5 / Julio – Diciembre 2016
Monkobodzky,
S. (2014). Las prácticas lúdicas en un parque público: Relaciones entre el
espacio y el juego [en línea]. Trabajo final de posgrado. Universidad Nacional
de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria
Académica.
Disponible
en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1000/te.1000.pdf
Rodríguez
Cortés, A. B. (2015) La Ciclovía en Bogotá un espacio público de recreación y
ocio: ambiente, salud y ciudadanía. Revista
Impetus - Universidad de los Llanos - Villavicencio, Meta. Colombia vol.9
N°1
Vilanova,
A. & Soler, S. (2008) Las mujeres,
el deporte y los espacios públicos: ausencias y protagonismos. Apunts Educación física y deportes. 1er
trimestre 2008 (pp. 29-34)
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