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Tres poemas de Eduard Sanahuja
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Empezaré a publicar en este blog algunas creaciones de amigas y amigos que se dedican al elevado arte de la poesía. Y comenzaré con el poeta catalán Eduard Sanahuja. Eduard Sanahuja con poetas del Laberinto de Ariadna: Antonio García Lorente, Anna Rosell, Josep Anton Soldevila, Sixta Tulia Arango, María Jesús, Pilar Osorio y Martha C. Cedeño, en la Bòbila (2012) Conocí a Eduard a finales de 2003 en el taller de poesía de la Universidad de Barcelona que coordinaba junto con Jordi Virallonga Eguren. Fue una experiencia estupenda y un honor compartir con creadores de tan altas calidades como los son estos dos señores. El caso es que con Eduard pasó algo muy simpático. Le di a leer mi primer libro Duermevela. Amores, símbolos y muerte (Samán editores, 1997) y cuando lo hizo me dijo que sólo le había gustado un par de poemas. Me sentí fatal pues a mi juventud se añadía un to que de inexperiencia y egocentrismo. Mala combinación. Dejé de escribir un par de años "go
Integración, Integralidad, Integral, integrar: señales principales de la Nueva Escuela
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Por: Jairo Aníbal Moreno Castro Sí hay algo que caracterice mejor a la vieja escuela, a aquella instituida en pleno fulgor de la Edad Media, es su obsesión por los datos, por los temas fragmentados, por los contenidos aislados de la vida. Esta visión educativa llamada de manera simplista TRADICIONAL y que alcanzó su punto más alto de desarrollo en el siglo XIX, fue muy efectiva para formar ciudadanos suficientemente informados y eruditos, pero desconectados del mundo y penosamente esclavos de los detalles - generalmente vacíos e infértiles- del conocimiento. El siglo veinte, por el contrario, creció al amparo de una ilusión contraria: construir, comprender y vivenciar intelectivamente el universo como un asunto altamente complejo, total, unitario, dinámico y cohesionado. Desde distintas esquinas conceptuales, con diferentes intenciones y por diversas rutas epistemológicas, pensadores destacados del siglo veinte le apostaron a la integración, le dedicaron sus esfuerzos inte
Primaveras en declive
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Un soneto de Miguel Hernández
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No me conformo, no: me desespero como si fuera un huracán de lava en el presidio de una almendra esclava o en el penal colgante de un jilguero. Besarte fue besar un avispero que me clava al tormento y me desclava y cava un hoyo fúnebre y lo cava dentro del corazón donde me muero. No me conformo, no: ya es tanto y tanto idolatrar la imagen de tu beso y perseguir el curso de tu aroma. Un enterrado vivo por el llanto, una revolución dentro de un hueso, un rayo soy sujeto a una redoma. De El rayo que no cesa, 1936
La calles y sus fronteras (in)visibles
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Me place compartir la ponencia La calle y sus fronteras (in)visibles: aproximación a algunos espacios públicos de Bogotá , presentada en el XI Congreso Latinoamericano de Humanidades, Interculturalidad e Inclusión en la época de la Globalización. Este evento se llevó a cabo en abril del año en curso y fue organizado por la Universidad Santo Tomás -Vicerrectoría de Universidad Abierta y a Distancia VUAD- de Bogotá. Lo podéis leer aquí
Salvaje Bogotá: crónica de un asalto
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La tarde se antojaba estupenda después de una mañana gris, pasada por una llovizna menuda y tonta. Y luego de una jornada laboral de reuniones y lecturas en inglés y catalán sobre la vida urbana (Setha Low y Manuel Delgado) para la ponencia que llevaré a Córdoba –Argentina- en octubre, me pareció magnífica la idea de salir con mi hermana y mi cuñado a una reunión en el centro de la ciudad. Lo acompañaríamos a un encuentro con algunas personas de una comunidad indígena. Nos sentíamos estupendamente pese a que justo cuando llevábamos cinco minutos en el coche, otro conductor nos advirtió de que íbamos “pinchados”. Así que la única solución fue detenernos y buscar un hombre para que cambiara la rueda. El asunto duró 10 minutos pero la cita era a las 6 de la tarde, eso significaba que íbamos con retraso. Llegamos al Centro Internacional a las 6:20. Habíamos quedado en el café Oma, un sitio precioso con vistas al espléndido Cerro de Monserrate. Todo parecía perfecto, incluso mi