Las rutas femeninas

Hacía algunos días no actualizaba este blog por un factor simple: tenía el ordenador estropeado. Creo que le entró uno de esos virus que dejan a estas máquinas tan modernas en jaque. Y a mi también. Es increíble cómo llegamos a depender de un artilugio de éstos, especialmente aquellas personas que nos dedicamos a chapucear las palabras. Así que fueron unos días de ayuno creativo. Pero hoy no quiero hablar de este tema sino de uno que siempre me ha interesado y en el que me faltó ahondar en la tesis doctoral: la relación de las mujeres con el espacio público. Relación que va más allá del hecho de salir y disfrutar de la calle. Concierne a otros factores que tienen que ver con la situación de subordinación e indefensión de las féminas desde tiempos inmemoriales. Y ello alude a los mecanismos de socialización y educación en los que se van definiendo los roles de género. Allí se modelan los patrones de feminidad y masculinidad. Se trazan las líneas generales que caracterizan el devenir de unas y otros y su nexo con lo exterior, con la calle. Así, a las mujeres se nos relaciona con lo interior, con lo íntimo, con lo privado y a los hombres con lo exterior, con lo público, lo que va más allá de las paredes de la casa. Ella se dedica a las tareas reproductivas (sí, ahora también a las productivas pero sin abandonar las primeras) y él a las productivas (las cosas no han cambiado mucho, nos basta con echar una mirada a las estadísticas y hablar con la vecina de al lado que tiene dos hijos, trabaja fuera y dentro de la casa…).
Y esa situación, como no podía ser de otra manera, también se evidencia a nivel general en la vida urbana. No es que las mujeres no ocupemos la calle, sí que lo hacemos, pero casi siempre es para continuar con nuestra labor doméstica. Así que las rutas femeninas casi siempre son circulares y responde a las necesidades interiores o privadas. Podríamos hablar de la ruta del colegio, la ruta de la compra, la ruta del médico… aunque se podría hablar también de la ruta del parque y la ruta del trabajo “productivo” para aquellas féminas que laboran fuera de casa. ¿Existe la ruta del placer callejero o, mejor, la de la diversión? Aquella que nos permite usar nuestro tiempo propio (¿tenemos, acaso, tiempo propio?) como se nos venga en gana, lejos de las cuatro paredes de la casa. La ruta de la deriva (suena a paradoja pero no lo es), aquella en la que podemos disfrutar de la calle por el simple placer de hacerlo, dejándonos llevar por ésta sin prisas ni aprehensiones? ¿Existe la ruta de lo público como construcción social que habla de igualdad, de equilibrio, de participación veraz de las mujeres en todas las esferas de la vida cotidiana?
(Bueno, quería escribir una entrada sobre una ruta que hice la semana pasada por el barrio de la Barceloneta, en el marco del curso "Planificació urbanistica amb perspectiva de gènere" que estoy haciendo en el Espai Francesca Bonnemaison, pero como veis ha salido otra reflexión. En todo caso, queda pendiente …)
Foto: pintura "Intersticios urbanos" de Lina María Cedeño Pérez

Comentarios

Las sociedades, sean de la época que fuesen, siempre han intentado coaccionar la libertad e independiencia de la mujer.
Todo tiene un precio, y el coste en nuestro caso es muy elevado: cansancio físico por la lucha continua de alcanzar nuestra autorrealización.
Ánimo Marta, para ti y todas las mujeres que luchamos por romper con los parámetros en que las sociedades, a veces hasta contradiciéndose a ellas mismas, pretenden condicionarnos.
Isabel
Anónimo ha dicho que…
!Feliz retorno a tu fin de ayuno,a tu carnaval de las palabras!.Y ojalá las rutas del placer callejero tengan nombre de mujer.Besitos.
Ana Caleyas ha dicho que…
Tu no ayunas.Lo sé. Sólo haces un descanso en tu estación de ferrocarril, para que tus trenes, no es que lleguen a la hora (que eso no importa), es que lleguen donde quieran. Gracias, miles, por tu poesía y por tu agua. Nuestas lluvias norteñas, aunque de tierras distantes, sin embargo se reconocen y se estiman. Ay, que poema tan bonito el que me regalaste. Un abrazo, y no cambies.

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