¿Día de la mujer?

El 8 de marzo recibí varios mensajes. No de aquellas personas cercanas que saben de mi hostilidad hacia según qué tipo de textos en los que se aprecia cierta nostalgia patriarcal hacia aquella mujer perfecta que siempre está dispuesta a ayudar, a sonreír pese a las penas; que no le importa dejar todo de lado por ayudar a construir el sueño de su hombre; que siempre está inmaculada, en todos los sentidos, y no siente mayor placer que cuidar de su gran mundo doméstico. Esa que todo lo aguanta y lo soporta de manera abnegada, esa mujer sin sueños, sin emociones, sin ambigüedades, sin tentaciones, sin palabras que muchos – y muchas- se empeñan en conservar, ya no existe. No debe existir.
Y por ello me chocan profundamente las felicitaciones por el 8 de marzo. No hay nada qué celebrar. O al menos no de aquella forma casi cursi en que se envían mensajes rosa exaltando nuestras grandes cualidades femeninas mientras en el mundo somos vejadas, discriminadas, maltratadas sistemáticamente. Mientras en muchas regiones mutilan nuestro cuerpo, nuestros sueños, nuestra esperanza. Somos las más pobres entre los pobres y, junto con los niños, las más vulnerables, las víctimas de todos los conflictos de la tierra. Cada día muchas morimos a manos de aquellos a quienes amamos o hemos amado, casi siempre hombres. Miles de nosotras no podemos ni siquiera escoger a la persona con la que cual compartir nuestra vida y otras tantas caminamos tapadas sin poder mirar a los ojos, sin que nos miren a los ojos. Y casi siempre nos pagan menos que nuestros compañeros masculinos. Y las ciudades y sus espacios no están diseñados ni planeados para nosotras. Y, y, y…

Así pues, continuamos siendo, en muchas partes de este amplio y enajenado mundo, animales de carga. Seres invisibles, silenciados, ausentes de la historia, de la vida pública... ¿Hay algo qué celebrar?
Foto: dibujo hecho por mi hija Luna del Mar cuando tenía 6 años.

Comentarios

Bello el dibujo de mi Luna, pero más bella tu sensata reflexión sobre el tristemente restringido día asignado a la mujer. Aceptar un día al año es como aceptar con sumisión que en los demás días hay otros temas más o tan importantes que distraen la lucha por nuestro lugar y papel en la sociedad.
Isabel

Entradas populares de este blog

Caracola, un poema de Federico García Lorca

Tres poemas de Eduard Sanahuja

"El sabor de la nada": un poema de Charles Baudelaire