El cine o el hombre imaginario
de Edgar Morin. Capítulos I y II: El cine, el avión y el encanto de la imagen*
Por: Diana Raquel Torres Mizar
Estudiante Licenciatura en Inglés
Universidad Santo Tomás, Bogotá D.C.
El Cine en su trascendencia histórica, artística e incluso
científica, constituye un fenómeno humano con una gran carga emocional y tintes
de divinidad en su acercamiento a los sueños o fantasías que materializa, así
como al ambiente onírico de su exposición; lo cual devela un sincretismo
misterioso, que apenas nos vislumbra el camino hacia infinidad de temas de
estudio y apreciación inicial.
“…Pero ¿no es esta máquina lo más absurdo que
quepa imaginar, ya que sólo sirve para proyectar imágenes por el placer de
verlas?” Edgar Morín.
PREGUNTAS PROBLÉMICAS
1.
¿Por qué –ignoramos todo lo que
ignoramos del cine- y no evolucionamos del homo
sapiens al homo cinematographicus?
(Términos creativos de Morín)
2.
¿Se puede ubicar al cine
únicamente como fenómeno científico-natural o artístico –social, “corta el cinematógrafo
este nudo gordiano entre el juego y la investigación, el espectáculo y el
laboratorio; nudo gordiano de ciencia y sueño, ilusión y realidad”(P 19)?
3.
¿Cuál es el verdadero encanto
que posee la imagen, que llega a tocar el alma de individuos y masas?
TESIS O IDEAS PRINCIPALES
“El avión, el cine”. “… Mientras el avión se evadía
del mundo de los objetos, el cinematógrafo sólo pretendía reflejarlo para
examinarlo mejor” (P 14). En este primer capítulo, el autor establece dos
hechos históricos paralelos, cuasi simultáneos, que partieron en dos el devenir
de los sueños del hombre y básicamente de ser imposibles pasaron a ser
posibles. Estos eran: el de volar –avión- y el de evadirse de la realidad en
colectivo, volviendo a la misma realidad pero desde la posición de espectador
encantado, gracias a esa impronta audiovisual que invade los sentidos –cine-. Este
símil o comparación explícita revela varias cosas. Por un lado, describe el
contexto socio- político ya que ambas invenciones constituyeron un instrumento
comercial y de guerra, como elemento neutral y útil del cual se sirvieron los
poderosos para manipular las masas. En el contexto de la comunicación, ambos
acortaron las distancias entre pueblos, ciudades, países y continentes. Por su
parte, en el ámbito del estatus científico del invento como tal, el autor hace
énfasis en cómo el cine supera su naturaleza de descubrimiento formal al de
“creación accidental”, el cual superó todas las expectativas y no se limitó a
un invento más de almacenar en el sótano; sino que tomó dimensiones mayores
como objeto inagotable que se reinventa cada vez en una mezcla entre lo técnico
y lo soñador, entre el ser objetivo y el subjetivo pero jamás como exclusivo de
uno de los dos niveles; sino en una interrelación misteriosa entre ambos.
“El encanto de la imagen”. Mantiene aquí su tesis el autor, acerca de la supremacía del
espectáculo por encima de todo interés científico, ante los nuevos avances
técnicos del cinematógrafo y ante la gran fidelidad en la imagen y movimientos
captados por el aparato de Lumière. Así mismo, el impacto de la imagen no sólo
parte del elemento fantástico de lo que se proyecta; sino que está en la
proyección misma, así se trate de imágenes de la cotidianidad, pues no es el
contenido lo que importa; sino la forma en que se presenta: imágenes de cosas;
no las cosas en sí mismas. “Breton
admiraba que en lo fantástico sólo hubiera lo real. Invirtamos la proposición y
admiremos lo fantástico que irradia el simple reflejo de las cosas reales”. Aquí
la palabra mágica es reflejo, ergo,
la imagen mental. Esta relevancia de la forma sobre el contenido la desglosa en
conceptos como la fotogenia, el genio de la foto, el pajarito… En cada uno de
los cuales señala elementos claves del proceso visual que luego se torna
audio-visual, su impacto para los sentidos, para la mente y el alma. Desde el
antecedente principal de todo que sería la fotografía, la cual aunque inmóvil,
tiene vida en cuanto a que provoca deseo e invita a la “presencia ausente”, la
referencia a sujetos u objetos que ya no están; pero están ahí: en la imagen, y
que generan una suerte de emociones y mensajes que completan el circuito
comunicativo, y que nos permiten poseer y/o compartir con orgullo una pequeña
parte de las personas o cosas de referencia, como una especie recuerdo latente.
ARGUMENTOS CENTRALES –
POSICIÓN DEL AUTOR
“El arte del cine, la industria de las
películas no son más que partes emergidas de nuestra conciencia de un fenómeno
que debemos captar en su plenitud. Pero la parte sumergida, esa evidencia oscura,
se confunde con nuestra propia sustancia humana…”- Pág. 12.
En cuanto a
formas literarias y estilísticas, el autor hace uso del símil o comparación explícita principalmente (avión/cine), también
utiliza las inversiones de sentido en sus citas textuales, el oxímoron o la contradicción semántica
en frases simples para construir dicotomías,
como figura argumentativa central de su texto. Véase:
En el texto se presentan argumentos a través de la figura retórica
del oxímoron que desemboca en la forma teórica de dicotomías, estas constituyen
opuestos absolutos que se complementan para dar fuerza a un concepto
determinado. Por ejemplo, afirma que extrañamente bajo el pretexto de “las
películas” el hombre se deja asombrar por
lo corriente y éste es su misterio. Insiste
en que lo evidente a los ojos nos ciega, en la “extraña evidencia de lo
cotidiano”. En otras palabras, la exaltación entretenida de lo típico o
aburrido, como dice Berthold, quien explica que se trata de “lo inquietante habitual”, construcción
semántica de contradicción aparente; pero que adquiere significado como uno de
los conceptos propios de la realidad cinematográfica. Más adelante, cita a
Ricciottto Canudo como primer teórico del cine y retoma otra dicotomía, esta
vez al mencionar que éste definió con “subjetividad
el arte de lo objetivo”, incluso
solo al expresar: “el arte de lo
objetivo”, también se puede tomar
como otra praxis en oposición inmersa, al colocar en una misma sentencia “lo
artístico”: inherente a la manera del hombre de plasmar sus emociones
subjetivas en creaciones estéticas y unirlo con “lo objetivo”: producto de
racionamientos lógicos formales y separados de lo puramente emocional. El autor
halla en esta forma de análisis basada en contradicciones dialécticas, la
manera de expresar no sólo sus argumentos; sino las muchas aristas que el cine
puede llegar a esbozar al dársele una mirada a fondo. Luego menciona otra
contradicción aparente en su lenguaje, al expresar al cine como una “realidad irreal”, en la línea textual
afirma: “Si su irrealidad es ilusión, es
evidente que esta ilusión es al menos su realidad” (P 16).
SIETE OPUESTOS DESTACADOS –OXÍMORON-
COMO INSTRUMENTO ARGUMENTATIVO EMPLEADO
Elementos del
CINE vistos por Edgar Morin y descritos como:
1. El Extrañamiento cotidiano o,
lo Inquietante habitual
2. Lo visual ciego.
3. La Subjetividad objetiva u, Objetividad subjetiva.
4. El Arte objetivo.
5. La Realidad irreal.
6. Presencia ausente – (Al mencionar los sujetos u objetos de las
fotografías)
7. Ausencia presente – (Al continuar en el apartado –La imagen y el
doble-)
En su comparación de ambos inventos – símil del avión y el cine- mantiene un paralelismo fenoménico,
donde cada uno desde su campo genera una serie de efectos dramáticos en el
desarrollo y cosmovisión universales, tocando aspectos no sólo socio -
históricos y científicos; sino también filosóficos, y destaca cómo el impulso del cine se impuso-en cuanto al
cinematógrafo como máquina- ante sus otras posibles utilidades prácticas en
aras de la ciencia o el saber. Es más, sugiere cómo la mayoría de inventos se
tornan serviles y se amontonan luego de su uso, versus; la perdurabilidad y
actualidad eterna del cine: “Aquí
comienza el misterio. A la inversa de la mayoría de los inventos, que se
convierten en utensilios y se ordenan en los cobertizos, el cinematógrafo
escapa a esta suerte prosaica.” (P. 16). Muestra así, que en el caso del
cine, la ciencia se dejó llevar por la imaginación y fue más allá, y a su vez
la devuelve a su origen como “hija del sueño” y su carácter creador- maniático y
apasionado, por encima de toda limitación o estructura positivista aparente.
En el segundo capítulo, el autor esboza una serie de argumentos
relacionados con lo místico de la imagen fotográfica, describiendo culturas que
llegan a extremos: desde rendirle culto o emplear la foto en prácticas de
hechicería, hasta aquellas para las cuales constituye un tabú captar la imagen
en una foto, generando odios y prohibiciones. Tales extremos son expresiones de
la emoción que puede llegar a generar una imagen como tal, esa representación
física de lo ausente físicamente; y en medio de ambos extremos hay una gama de
funciones infinitas para lo cual la foto resulta útil a sus observadores.
También afirma, que más allá de las propiedades físicas del papel foto están
las propiedades espirituales que le imprimimos a ésta y que ello es recíproco;
evidenciando así que su riqueza no está en sí misma; sino en lo que el sujeto
fija y proyecta sobre la fotografía, comprometiéndose su espíritu, alma y
corazón. Esta perspectiva aporta cualidades mentales a algo aparentemente
material, “En ciertos casos como si la
foto revelara una cualidad de la que carece el original, una cualidad de doble” (pág. 29).
En este sentido, también puede darse el fenómeno de la
sobrevaloración subjetiva del objeto referenciado, por causa de las cualidades
de su imagen plasmada en la foto. Y en sí, toda esta parafernalia de la imagen,
el llamado extrañamiento que generan
los objetos en el sujeto que lo asume; puede estar revelando la necesidad
humana de detener el tiempo o al menos dejar huella a través de él y su deseo
de inmortalidad. En este sentido, muestra la exaltación de la “imagen mental”
que llega a tener mayor valor que la “imagen objetiva”, y que incluso la
segunda es la que trata de imitar a la primera, extrañamente; y no a la inversa
como diría la lógica. Vuelve a la magia del doble, del aquel en el espejo: “el doble posee la cualidad alienada de la
imagen – recuerdo. Y ésta posee la cualidad naciente del doble”(P. 35). Ese doble no sólo se halla en el
cine, o la fotografía; sino también en el espejo y en la sombra… envolviendo en
una magia inesperada todo el tema de la imagen. Acto seguido, contrasta las
diferencias latentes entre la foto y la proyección cinematográfica, a nivel de las
cualidades de cada una. “La visión
cinematográfica es de por sí mucho más emotiva y rica que la autocontemplación
fotográfica”. Y en toda esta inmersión y argumentación teórica, no sólo
toca las ideas; sino las emociones mismas de experiencias cotidianas del lector
desapercibido, que ahora observará la experiencia de: las imágenes, la imagen
mental subjetiva Vs. objetiva, la fotogenia, la imagen del espejo, las sombras,
la visión fotográfica y cinematográfica, el arte, etc, etc… con otros ojos.
CONCLUSIONES PERSONALES
Esta disertación es apenas un abrebocas que permite observar El Cine como un fenómeno eminentemente
humano. Más allá de la ficción o fantasía de algunos contenidos, constituye un homenaje
a la realidad, haciendo uso de las emociones y aprovechando el poder infinito
de la imagen y no de la narración pura. La imagen es el instrumento de acceso a
esta emulación de la vida misma que se convierte en un reflejo, en otra cosa,
en una realidad alterna. Ésta a su vez hace parte de la realidad del espectador,
en quien se completa el acto comunicativo, al aportarle significado a lo que
captan sus sentidos de manera individual y colectiva, pero va más allá de un
mensaje simple o inerte, llega al alma.
En este orden de ideas, las representaciones artísticas, fotografías
o cintas cinematográficas constituyen de manera literal y figurativa: pedazos
de vida, puesto que en lo literal el tiempo y el espacio que ocupa una cinta,
es el reflejo directo de eventos ocurridos en la vida de las personas que en
ella aparecen, bien sea que actúen un guión o vivan dentro de su cotidianidad siendo filmados o captados en un
documental. Por su parte en lo figurativo, una película es a su vez el reflejo
de los aspectos más entretenidos de la vida, bien sea dentro de un contexto dramático,
fantástico, violento, terrorífico o erótico; pero siguen constituyendo
fragmentos de la vida. Para algunas culturas incluso toman el alma de quienes
allí son capturados y evidenciados. En el paralelo con el invento aeronáutico,
considero que de no haber podido volar en la realidad física, el hombre lo
habría hecho igual en la fantasía cinematográfica, gracias a los montajes, de
cualquier forma, ya estaba concebido en la mente humana.
Finalmente, es claro que el impulso
del cine se impuso, en cuanto al cinematógrafo como máquina, frente a sus
otras utilidades pragmáticas en aras de la ciencia o el saber, se revela aquí
el triunfo del alma sobre la razón, de las emociones y la búsqueda de éstas por
encima de la importante sapiencia y expansión cognitiva de la mente con hambre
de ciencia. Es la ciencia entonces la que sirve al bienestar del hombre en esta
ocasión; y se destrona el honor que hace constantemente el hombre a lo científico
en una especie de revolución copernicana, donde ahora ¡la ciencia rinde culto
al arte!. También concluyo que sigo siendo Homo Sapiens, pues el Homo Cinematographicus
aún se halla a tientas, sólo intenta asomarse de a poco ante una revelación tan
compleja, infinita, inesperada y agradable.
*Trabajo presentado por Diana Raquel Torres Mizar, estudiante de la licenciatura en Inglés de la Universidad Santo Tomás, en la asignatura Apreciación y estética del cine orientada por la Magíster Lina María Cedeño Pérez.
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