El rojo Mandela
Nelson Mandela es uno de los grandes
personajes del siglo XX. No sólo cambió la suerte de todo un país sino que fue capaz de poner su lucha contra la
segregación racial en los ojos del mundo.
A partir de ahí nada sería igual. Suráfrica se convertiría en el lugar
de las posibilidades, de los cambios, de las utopías. Empezó a existir en el
contexto mundial como el escenario de las transformaciones en donde el color de
piel ya no significaría la puerta de la exclusión sino la mirada de la
igualdad.
Pero ¿quién fue Mandela? Además de negro, rojo, culto, africano, hombre
libre en una cárcel levantada por
blancos fue implacable con los enemigos de la igualdad, la justicia, la
libertad. Ahora que ha muerto todo el mundo vuelve sus ojos hacia él para elogiar su
magnanimidad y su paciente cultura del compromiso, pero detrás de esos
ingredientes está su lucha denodada en la que a
veces tuvo que emplear medios no pacíficos.
De hecho Mandela cambió de estrategia a raíz de la matanza de Sharperville el 21 de
enero de 1960, cuando la policía del régimen racista de Pretoria ordenó
disparar contra una manifestación anti-apartheid, suceso en el cual murieron 69 personas, incluidas mujeres y
niños y otras 180 resultaron heridas. A
partir de ahí Mandela realizó una llamada a la lucha armada participando en la creación del brazo militar del Congreso
Nacional Africano -ANC- y ordenando una
campaña de atentados contra edificios del gobierno sudafricano. Detenido,
procesado y condenado, junto con otros activistas, en 1964 fue encarcelado en la durísima prisión
de Robben Island.
Sin duda se
debe estar hecho de una pasta especial para soportar casi 30 años de cárcel en
las peores condiciones no sólo por ser rebelde sino por ser negro. Durante esos
años se convirtió en el preso político más famoso del mundo. A partir de 1982 se inició una campaña internacional a favor de su liberación.
Obtuvo su libertad cinco años más tarde -1990- en el gobierno del presidente De Klerk quien legalizó el ANC y otros partidos políticos. Finalmente,
en 1993 Mandela y De Klerk compartieron en 1993 el Premio Nobel de la Paz por
sus esfuerzos para establecer la democracia y la armonía racial en Sudáfrica,
y en mayo de 1994, tras las primeras
elecciones generales en las que todos los grupos raciales tenían derecho al
voto, Mandela se convirtió en el primer presidente de raza negra de la
República de Sudáfrica.
Mandela
cambió la suerte de un país y la percepción de un continente y del mundo entero
gracias a su ejercicio del compromiso y la dignidad, que sin lugar a dudas lo
convierten en una de las grandes figuras de la historia contemporánea. Su
ejemplo debe prevalecer para acabar con todas las exclusiones, todas las
desigualdades, todas las injusticias que se empeñan en minar la humanidad.
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