LEER PARA VIVIR
Hace mucho tiempo leí en alguna parte que leer es la única manera de viajar para aquellos que no pueden tomar el tren. Y cuánta verdad encierra estas palabras. Lo comprendí desde que aún siendo una niña, me aficioné a los libros que mi abuelo escondía debajo del colchón. Eran textos no apropiados para una infanta pero que yo fui devorando poco a poco sin entender la mayoría de las cosas que allí se relataban. Mucho tiempo después supe que esos libros eran nada más ni nada menos que de José María Vargas Vila, un escritor proscrito que murió en Barcelona en la más completa soledad el 25 de mayo de 1933. Así que comencé a leer por imitación. Poco tiempo después lo hice por necesidad puesto que, cuando empecé la secundaria, mis padres no tuvieron otra opción que matricularme en el colegio Cervantes de Morelia -entonces era un internado- y los fines de semana que no iba a casa los dedicaba a explorar su precaria biblioteca para poder mitigar la pena de estar lejos de l...