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Amanecer

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A veces tenemos la fortuna de contemplar alguna de esas maravillas fugaces, breves destellos de belleza que aparecen y desaparecen como por arte de magia. Cosas sencillas que están ahí, al alcance de nuestros ojos. Como este amanecer deshilachado que me sorprendió mientras inútilmente me peleaba con las palabras. Amanecer que refleja un raro contraste: lo urbano bajo el influjo de una belleza sin artificios y sin concesiones.

Caminos en suspenso

VI No eres tú aquel de la sombra sobre el muro, el huido, el desplazado del viento, el que un sábado sin nombre cabalgó el cadáver triste del horizonte y encontró una tierra de estíos perpetuos. El que cada noche cena sin lumbre y ve las risas de los hijos reflejadas en su cara y una brizna de luz que impávida se filtra por la ventana pese al polvo y a las botas de los golpes secos. No eres tú el nacido en la mar Poseidón de las rocas y las algas, el forjador de utopías con los dedos, el constructor de casas a prueba de silencios, el bucanero de paisajes áridos y su turbante de acero, el habitante de los bancos abandonados de los parques con sus palomas y sus perros felices. No, no eres tú el paseante de calles solitarias cuya canción quiebra las aceras y los cuerpos ajenos. -No has venido hasta aquí para abrir los ojos de los huérfanos ni de los que buscan el agua debajo de las piedras-. No hay voces que te nombren figura sin sombra y sin palabras. ...... Martha Cecilia Cedeño Pérez .

La carne y el miedo

La mujer se dirige al carnicero y pide que le ponga unos filetes de ternera. Tiene la voz recia y firme pese a los años que se marcan en las hondas depresiones de su rostro. Huellas que dibujan un ayer de miserias, guerras e incertidumbres. "La quiero tierna para hacerla a la plancha " . "Esta que usted ve ahí, es la mejor" le contesta el hombre con una voz seca y cortante que recuerda los aires porteños. "Bueno, pues pónme de esa". El hombre agarra con diligencia el trozo de carne y lo coloca sobre una tabla de madera. Luego pone el cuchillo brillante y de hoja ancha sobre ella y hace el gesto de empezar a cortar como adivinando el grosor que le vendría bien a la mujer. Pero antes de decidirse del todo pregunta con una voz mecánica y plana "¿Así está bien o la quiere más fina? "Así está bien. A mi me gusta más el cerdo pero ahora con lo de la gripe porcina pues compro ternera. Y cuando había lo de las vacas locas compraba cerdo. Con tantas peste

Pelotas o el canto a las minucias cotidianas

Soy poco seguidora de los programas de televisión en general excepto de según qué telediario, película o documental interesante que, a veces, por una especie de milagro suelen presentar en alguna cadena, eso sí en los horarios más imposibles. Sin embargo, desde hace algunos días, estoy “enganchada” a una serie que me parece espléndida: Pelotas . Y lo estoy no sólo porque de alguna manera percibo su génesis (era aquella película que según mi hija estaban filmando en su colegio y los alrededores que supuestamente se llamaba Las pelotas y sobre la que hice una entrada en este blog hace algún tiempo) puesto que se ha grabado en la ciudad en que resido, en mi barrio, en aquellos lugares que frecuento a diario y a los que conozco por sus formas, sus olores, sus atmósferas, sino porque trata justamente de la vida cotidiana, casi intrascendente desde ópticas mayores, de seres vulgares (comunes y corrientes) en su trajinar diario. Hombres y mujeres de a pie en una ciudad y un sector idem: peri

Poema de José Agustín Goytisolo

El aire huele a humo A Gabriel Celaya y a Amparo Gastón, Que tanto le quiso y le quiere todavía. ¿Qué hará con la memoria de esta noche tan clara cuando todo termine? ¿Qué hacer si cae la sed sabiendo que está lejos la fuente en que bebía? ¿Qué hará de este deseo de terminar mil veces por volver a encontrarle? ¿Qué hacer cuando un mal aire de tristeza la envuelva igual que un maleficio? ¿Qué hará bajo el otoño si el aire huele a humo y a pólvora y a besos? ¿Qué hacer? ¿Qué hará? Preguntas a un azar que ya tiene las suertes repartidas. José Agustín Goytisolo (1928-1999)

Mediodía de Granizo

Este mediodía mientras escribía una nota sobre Semana Santa sucedió algo que cambió de manera rotunda el carácter de esta entrada. De repente se oscureció, empezó a tronar de forma insospechada y a los pocos minutos llovieron vidrios del cielo. Fueron cinco minutos veloces en los que el granizo golpeó con ferocidad las ventanas de casa y los tejados, dejando una breve estela blanca (aquella que tanto añoramos en el invierno). Y justo esa ruptura de un día anodino de primavera me hizo reflexionar acerca de las grietas por las que a veces es posible escabullirse de la rutina cotidiana. Una jornada sosa y repetitiva de manera insospechada se puede convertir en un prodigio que nos recuerda, efectivamente, que la belleza se puede encontrar en cualquier resquicio. La belleza y el quiebre en los ojos del azar. Así que el texto que estaba escribiendo se convirtió en una salida al balcón para sentir el enfado del hielo en las manos y el estertor llenando los edificios y las antenas y los árbole

Poema de Alejandra Pizarnik

Amantes una flor  no lejos de la noche mi cuerpo mudo se abre a la delicada urgencia del rocío. Alejandra Pizarnik (1936-1972)