Crónica de un día de tesis

Y llega el día anunciado

7:30 am: los rayos de sol se cuelan por las hendijas de la persiana. Se adivina un día radiante de calor y de golondrinas revoloteando por los balcones y terrados. Doy unas cuantas vueltas más en la cama y trato de no pensar en nada, sólo intento agudizar los sentidos para percibir lo que sucede allá afuera. No quiero pensar en el compromiso de las 4 de la tarde, ni en lo que diré frente al tribunal, ni en lo que me preguntarán, ni en los nervios que seguramente harán que mi respiración se agite y que las palabras se amontonen y entrecrucen.

8:00: Desde el balcón el mar es una mancha brillante. La ciudad hoy se antoja hermosa y vibrante -hasta el Hesperia Towers parece una obra de arte. Dan ganas de salir a la calle y llenarse el cuerpo de susurros, de espejismos, de miradas...

9:00: ¿Alguien piensa en desayunar con un nudo en el estómago? Una infusión de tila y unas cuantas galletas son suficientes. La nena mira los dibujos animados. Hoy no ha ido al cole para acompañar a la mama en este día tan especial para ella. Me pregunta que es una tesis y si cuando yo sea doctora podré pinchar a los niños.

10:00: Salimos las dos a la calle. El día está espléndido. Las esquinas están llenas de gente. Hombres mayores que hablan en voz muy alta. Chicas con camisetas de tirantes que son repasadas por un grupo jóvenes. Niños en el parque. Señoras con carritos de la compra. Hombres que sacan apresurados sillas y mesas para ponerlas en la calle Luarca, las tapas no esperan. Hace viento. La nena Luna quiere que le compre unos zapatos, sólo le gustan los de color rosa. No. Hoy será otro color. El rosa es cursi, le digo. ¿Qué es cursi, mami?
12:00: ¡Ostras! Es muy tarde ya. Sólo faltan 4 horas y no he revisado el texto por última vez. Vamos de vuelta a casa. Encontramos unos zapatos que a mi hija le gustan. Por fin. No son rosa. Mientras abro la puerta de casa pienso en Margaret Mead o mejor dicho en unos fragmentos de sus primeras cartas que anoté en una libreta azul. No la encuentro. A lo mejor la he dejado en el trabajo. ¡Y yo que pensaba retomar algunas de sus brillantes ideas para mostrar cómo no he hecho otra cosa que observación participante llevada a sus últimas consecuencias! Sólo cambian los contextos. Las estrategias, los temblores, las dudas, son los mismas.

13:00: ¿Para qué revisar otra vez el texto? Me prometo que no volveré a mirarlo hasta cuando tenga al tribunal frente a mí. Estoy segura que, como lo dijo Manuel, me preguntarán sobre la metodología. También dirán algo sobre los frentes que he dejado abiertos en la tesis. En ambos casos sé lo que diré.

13:30: Mientras como algo a las carreras pienso en todo lo que han significado estos años de trabajo. Pienso también en lo que diré al principio de mi exposición, en la gente que me acompañará físicamente y en los que lo hacen desde la distancia... en cómo terminará todo esto.

14:00: ¿Pareceré de primera comunión? Me pregunto mientras me pongo el vestido y trato de adivinar las impresiones. No me gustaría dar una imagen equivocada. Creo que he escogido bien: "ni tan cerca que queme al santo ni tan lejos que no lo alumbre", tal como lo decía mi abuela Rosa y sus ojos verdes. A Luna no le gustan los zapatos y me saca unos maravillosos de color dorado. ¡No voy a una fiesta, nena!

14:45: Las dos estamos listas y a juego. Nuestros trajes son del mismo color. El nudo en el estómago es un temblor que se va apoderando de todo. No sé nada. Preparo las cosas y las pongo en el bolso. Estoy ad portas del final.

15:00: Cogemos el tranvía. La ciudad está dorada. Can Rigalt es un encanto de masia; cuando la restauren quedará hermosa. Adivino cómo era antes: flores y niños en su jardín y mujeres cocinando y hombres hablando de caza de jabalíes en Collserola. Dentro de poco quedará dentro de un parque espléndido sobre todo para los intereses inmobiliarios. ¿Quién ocupará la suite principal del Hotel Juan Carlos I a esta hora? Tendrá unas vistas maravillosas. Al lado, en Pubilla Casas, los obreros comen antes de volver a la faena.

15:30: En las puertas de la Universitat de Barcelona. Todo esta casi vacío a esta hora. Mientras podemos pasar al lugar de la reunión viene bien una infusión de manzanilla. Luna y su amiguita Anna agarran todos los folletos que encuentran en los pasillos de la facultad.

16:00: Ya estoy en la sala de juntas donde se leerá la tesis. Casi todo a punto: los miembros del tribunal, el director de la tesis, la familia, las amigas y amigos. Falta una miembra del tribunal. Viene de Madrid y su vuelo ha sufrido retrasos. No quiero hablar más con la gente, sólo deseo estar en mi lugar exponiendo mi trabajo y saliendo ya de todo.

17:15: Llega la antropóloga que faltaba. Todos a sus sitios. Última mirada a los presentes y manos al texto o más bien, a las palabras. El último trago de agua. Empezar. No lo estoy haciendo bien. Me equivo. Olvido las fotos. La metodología. Los resultados. El cierre. Sólo existen las 5 personas que están frente a mí, tomando nota y a veces entrecerrado los ojos ¿Tendrán sueño?

18:00: Empieza la re-presentación del jurado. Alusiones a lecturas importantes y lucimiento personal. Me aburro. Algunas cosas no tienen sentido. Hay preguntas que sobran. Un momento, lo que dice ese hombre me molesta. Entiendo que no comparta ese contenido "ideológico claramente maniqueo", "no todos los urbanistas y arquitectos diseñan espacios sin tener en cuenta a la población que los usará". Punto final. "Si la doctoranda quiere contestar a alguna de las inquietudes, hacer comentarios, etc...". Si, por supuesto. Primero, agradecer vuestras sugerencias y valoraciones... Y no se de dónde salieron las palabras para decir exactamente lo que pensaba, exactamente lo que sentía sin hacer concesiones baladíes...

19:15: Habla el director de la tesis. Sus palabras son acertadas y lúcidas. No comparto que debamos reconsiderar en esa división polis/urbs, diseño/uso... La tesis está contaminada ideológicamente por esos trazos y no me avergüenzo de ello.

19:30: ¿Alguien quiere conocer la calificación? Dice la presidente del jurado a quienes estábamos en el pasillo. Por supuesto. Todos de pie. La calificación es excel-lent Cum Laudem. Abrazos, miradas y felicitaciones. Todo ha llegado a su fin, o más bien, todo ha vuelto al comienzo.

19:35: Mami ¿Ahora si podrás pinchar niños?

20:40: Tapas en L'Hospitalet. La gente que amo, la gente que admiro, la gente que quiero. Está foto es prueba de ello. No se cómo explicarle a mi hija que no podré pinchar niños porque soy doctora en antropología social ¿Pincharás a toda la gente, mami?


De izquierda a derecha: Manuel Delgado Ruiz (director de la tesis), Pilar Osorio e Inma, Juan Carlos Ruiz (mi marido), Luna (mi hija), la que escribe esto, la niña Anna y Mayte, Teresa Tapada y Gemma Orobitg (miembras del tribunal), Gerard Horta, Carlos Obando y por supuesto las tapas: cochinillo, chocos, patatas bravas, pulpitos, boquerones...

Comentarios

Gabriela ha dicho que…
:D :D :D :D... y más :D

Martha, amiga, hermana, mujer de letras y batallas; y ahora DOCTORA EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL.

No sólo enhorabuena, sino gracias por compartir estos momentos a la distancia.

:D !!!!Excelent Cum Lauden!!!!!

;) ¡Lo sabía! ¿Quién o qué puede contra Martha Cecilia Cedeño?

G.
Gabi: Eres un sol, una maravilla. Tu generosidad no tiene límites. Gracias por tus palabras amiga-hermana porque sé que son sinceras y claras como tus ojos.

Un abrazo enorme!

Ah, en la foto faltas tú auque estás en mi corazón!

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