Ordenadoritis Aguda

El día empieza con el sol entrando por la ventana y las golondrinas revoleteando entre los edificios. En apariencia todo está perfecto, hasta la línea del mar que se vislumbra desde el balcón de casa. Un día espléndido de primavera. Y me digo que hoy será mejor que ayer y que podré terminar las cosas que por culpa del ordenador no he terminado. Terrible error. Maldigo la hora en que dejé que todo girara entorno a ese aparato estupendo que a veces nos juega malas pasadas, sobre todo cuando más lo necesitamos.
Y ya van tres veces. La primera sacó la mano de forma imprevista y perdí todo lo que había escrito: una novela malísima y unos poemas idem de los que ahora no guardo ni el recuerdo; ah, y algunos pequeños ensayos que a lo mejor eran buenos. La segunda vez, no me cogió desprevenida pero me obligó a desplazarme hasta la universidad para poder culminar algunas cosas de mi tesis. Y esta tercera y última vez ha sido la más perversa porque me ha dejado a medio camino: tengo que preparar lo que diré el próximo miércoles 24 en la lectura de mi tesis doctoral y no-he-podido-hacer-nada. Y estoy de los nervios. Solución: desplazarme hasta la biblioteca del barrio pero hoy, justamente hoy, no abren la segunda planta donde están los ordenadores. Y me pongo de los nervios y me pregunto ¿Por qué siempre me toca lo más difícil? Así que me tranquilizo y hago este post a las carreras...
No pienso cometer otro error, así que respiro profundo y pienso que el día 24 a las 4 de la tarde todo saldrá bien y que, por fin, podré culminar un sueño largamente acariciado...

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