Divagaciones sobre la ciudad, sus calles, sus multitudes en perpetuo trance y sus individuos sonámbulos. Relatos sobre cuerpos en movimiento y paisajes efímeros; elogio a la mirada, a la poesía de lo cotidiano, a la vitalidad de los bordes y otros asuntos...
Atardecer en gris y oro
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No hay nada que decir. La imagen está ahí: montañas bajo un atardecer magnífico y la presencia constante de la gente que amo de aquí y de allá. ¿Se puede pedir algo más?
Mi hija Luna recita este bellísimo poema de Federico García Lorca en el video que presento a continuación, elaborado por quien esto escribe para un curso sobre edición digital que acabo de culminar. Me parece una buena manera de despedir este año que ya agota sus últimos pasos. ¡Salud! Caracola A Natalia Jiménez Me han traído una caracola. Dentro le canta un mar de mapa. Mi corazón se llena de agua con pececillos de sombra y plata. Me han traído una caracola.
A propósito de aniversarios próximos -Sant Joan me espera-, del tiempo que pasa sin piedad, de escepticismos crónicos, de nostalgias mañaneras, de años de inconsistencia, de fragancias perdidas, de amores al borde del abismo, de aliento vencido... este poema de Charles Baudelaire , en Las Flores del mal . ... El sabor de la nada Alma triste que antaño tanto amabas la lucha, la Esperanza que un tiempo espoleaba tu ardor ya no quiere montarte. Sin pudores, ve y túmbate como un viejo caballo que tropieza con todo. Corazón, capitula; duerme un sueño bruto. ¡Alma exhausta, vencida! Para ti, vagabundo, ni el amor ni la guerra pueden ya cautivarte. ¡Adiós, pues, oh clarines y suspiros de flauta! ¡Olvidad, oh placeres, a ese pecho sombrío! Su fragancia ha perdido la gentil primavera. Me va el Tiempo engullendo de minuto en minuto como engulle la nieve un cadáver ya rígido; desde lo alto contemplo estar tierra redonda y renuncio a encontrar el amparo de un techo. ¿Por qué, alud, no me arrastras
"A las nueve de la mañana, mientras desayunábamos en la terraza del Habana Riviera, un tremendo golpe de mar a pleno sol levantó en vilo varios automóviles que pasaban por la avenida del malecón, o que estaban estacionados en la acera, y uno quedó incrustado en un flanco del hotel. Fue como una explosión de dinamita que sembró el pánico en los veinte pisos del edificio y convirtió en polvo el vitral del vestíbulo. Los numerosos turistas que se encontraban en la sala de espera fueron lanzados por los aires junto con los muebles, y algunos quedaron heridos por la granizada de vidrio. Tuvo que ser un maretazo colosal, pues entre la muralla del malecón y el hotel hay una amplia avenida de ida y vuelta, así que la ola saltó por encima de ella y todavía le quedó bastante fuerza para desmigajar el vitral". Así comienza el cuento "Me al quilo para soñar" que hace parte del libro Doce cuentos peregrinos de Gabriel García Már quez y lo traigo a colación por que una de
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