De balances y otras cosas

Es frecuente hacer balances cuando un año se acaba. Se vuelve la mirada, a veces profunda a veces engañosa, sobre las cosas que nos han pasado e intentamos clasificarlas dentro de unos parámetros casi siempre maniqueístas. Lo bueno y lo malo. Es como si quisiéramos hacer una taxonomía radical en la que sólo vemos las acciones, los acontecimientos, las circunstancias vividas en dos colores: blanco y negro. Lo bonito y lo feo. Lo que es digno de recordar y lo que no. ¿Existen momentos intermedios? ¿Existen matices? ¿Existen mezclas, hibridaciones, conjunciones?
Esa mirada en cuadrícula remite también a cierto cuestionamiento que a veces se nos hace: ¿Cómo ves el vaso: medio lleno o medio vacío? Si lo ves de la primera manera eres un optimista y si lo ves de la segunda, eres un pesimista. Confieso que yo siempre tiendo a verlo de la última forma. ¿Cómo ser optimista cuando en los balances generales del mundo sólo hay pérdidas para los de siempre, muerte, destrucción, odio, terror, hambre, injusticia? No obstante me parece que algunas personas dirán convencidas: eso es lo que hay (expresión que abomino porque transpira un aire de conformismo inaceptable) y no se puede hacer nada. ¿Estamos convencidas/os de ello?
Lo anterior no implica que, quienes nos interesamos por ver más allá de nuestras narices, ignoremos las maravillas que dan sentido a la existencia. Milagros cotidianos llenos de matices que nos hacen creer y crecer como personas. Eventos, emergencias, murmullos que simplemente son.
Y por ello en nuestro balance personal deben también apuntarse aquellos rescoldos en los que la vida con sus más y sus menos ha brotado. Si la muerte ha rondado nuestras querencias, si hemos perdido el trabajo, si tenemos otra arruga en el rostro, si no hemos podido viajar como hubiésemos querido, si los días pasan impávidos y tenemos la percepción de que no hemos-hecho-nada, si no podemos abrazar a la gente que amamos, si no llegamos a fin de mes, si nos hemos equivocado, si hemos abandonado nuestros sueños, si creemos que todo nos sale mal y nos llueve barro del cielo, si… Seguro que tenemos personas que nos aman y amamos; que a lo largo del año hemos trenzado lazos; que nos hemos reunidos para celebrar una boda estupenda; que hemos bailado rock, cumbia, salsa, rumba catalana, flamenco; que tenemos unas vistas magníficas desde la ventana y una calle abierta con bancos y un sol a las dos de la tarde. Seguro que hemos probado un plato magnífico y nos hemos sentidos aguzados por Baco mientras bebimos un buen vino o un cava o una copa de aguardiente; Y que hemos escuchado música gloriosa y voces del pasado y nos hemos dejado llevar por nuestra intuición y emoción. Seguro que hemos transgredido reglas y nos hemos llenado de palabras mientras leímos un libro o escribimos un poema o una carta para un amor de juventud o para una amiga o amigo. Seguro que hemos abrazado, reído, llorado, amado, soñado, des-ilusionado, enfadado… Seguro que hemos vivido minuto a minuto: el mejor balance del milagro de existir. Tributo de los dioses.
Un año nuevo pleno de matices, de buenos augurios, de muchos abrazos para todas las personas que leen este blog, aquí y allá...

Comentarios

Unknown ha dicho que…
muchas gracias por los buenos deseos como lectora de este blog, lo mejor para ti y los tuyos en este nuevo año .....
Rescato la importancia del romper con el esquema cuadricualado del etiquetaje. Lo que queda es la experiencia y cómo tal es personal, individual e íntima. Me ha gustado tu punto de vista.
Isabel Gómez.
Anónimo ha dicho que…
!Que vivan los matices!,son los que dan la gama en los grises,las múltiples caras en cada color.Gracias por tus deseos,linda.

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