El Bien Común*
Hoy se llevan a cabo elecciones en Colombia para escoger Gobernadores, Diputados, Alcaldes, Concejales y Ediles de las Juntas Administradoras Locales. Es un ejercicio concreto de la democracia participativa cuya base reposa en la posibilidad de que la gente, las personas de a pie, el pueblo en general, elija a quienes los representará de la mejor manera, a quienes lucharán en todo caso por los intereses comunitarios y no por los particulares.
Dicho de ese modo suena magnífico pues nos hace pensar en ese profundo convencimiento democrático en nuestro país. Faltaría más. Y también en una cierta tradición en donde supuestamente se está a la búsqueda del bienestar social. Y no cabe duda de que los candidatos y candidatas, en sus respectivas campañas, se esfuerzan en señalar los problemas a resolver esbozando medidas para ello. Señalan y prometen. En principio todos se afanan por convertirse en adalides y portavoces de los necesitados y en los estandartes del progreso. ¿Qué más se puede pedir?
Pero algo falla en todo esto. Y ese algo tiene que ver con la noción que nuestros políticos y políticas tienen del Bien Común -o su total desconocimiento-, un concepto complejo sobre el cual se han llenado páginas y páginas desde hace mucho tiempo. En economía su significado clásico apunta hacia la noción de riqueza o propiedad común; en el aspecto social y filosófico al bienestar y bien común. En este último sentido connota entre otras cosas, planteamientos tan básicos como que deriva de la naturaleza humana y es superior a cualquier individuo, que redunda en provecho de todos, esto es, su profunda orientación hacia los derechos de las personas en general tanto en las exigencias del cuerpo como las del espíritu. El Bien Común obliga al Estado pues la razón de ser de cuantos gobiernan radica por completo en éste y por ello deben actuar en consecuencia, esto es, respetando su naturaleza.
Todo esto suena muy bonito, especialmente cuando vamos a la realidad y leemos noticias sobre el “trabajo efectivo” de nuestros gobernantes, muchos de ellos investigados/as por corrupción pura y dura con todos sus matices. ¡Justo al antinomia del bien común! Ellos y ellas laboran arduamente no por el bienestar de la sociedad que los eligió sino por la de sus propios bolsillos. ¡Una vergüenza!
Nuestros gobernantes no tienen la menor idea de lo que significa trabajar por el bienestar de la gente y comprometerse íntegramente en lograr mejoras en la calidad de vida de la comunidad. Tampoco tienen sentido de la transparencia, la responsabilidad, el respeto, la ética. Nuestros gobernantes ignoran el sentido último del Bien Común.
Ojalá que hoy la gente sepa escoger a sus representantes para no repetir aquello de que tenemos los gobernantes que nos merecemos…
*Columna en El Líder
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Saludos.