Mujeres "engalladas"*


Octubre 15, 2012 a las 4:24 am
Hace unos días me encontré con un amigo a quien no veía desde hacía más de 15 años. Fue uno de esos encuentros fortuitos en  los que se reafirma aquel lugar común de que el mundo es un pañuelo. Pues bien, este excompañero de universidad me comentó, después de ponernos al tanto en el devenir general  de nuestras respectivas vidas, que acababa de ser padre y que había tenido que hacerle un mantenimiento a su mujer. ¿Mantenimiento? Pregunté asombrada. “Si, ya sabes –me respondió- quedó con mucho abdomen y además le salieron estrías…”. Y entonces lo comprendí todo. Entendí que en nuestro país términos como “mantenimiento” o “engallar” no sólo se aplica a los vehículos, sino también, a  los “arreglos” que se hacen algunas mujeres.  “Mi amiga X ahora está muy bonita”, me dijo un reconocido periodista Neivano hace un tiempo “se mandó a poner senos, cola y está rejuvenecida”.
No cabe duda que el cuerpo femenino, su manipulación y moldeado, es el objeto principal de la prometedora industria de la estética en nuestro país.  Un negocio que mueve al año millones de pesos y que a veces también se lleva la vida de algunas féminas confiadas en recuperar –o encontrar- esa anhelada belleza casi siempre relacionada con cánones ajenos a nuestra cultura y especificaciones genéticas.
Pero más allá de estas consideraciones puramente mercantiles en las que el cuerpo femenino es un objeto más, ésta práctica demuestra hasta dónde llegan los tentáculos de la aberrante tiranía patriarcal. Una tiranía que se vale, entre otros, de los medios masivos de comunicación para crear y reproducir estereotipos de belleza lejanos a nuestra realidad pero muy cercanos a las apetencias de las miradas masculinas. Y muchas mujeres caen en esa trampa perversa de la apariencia y se convierten en seres pasivos sometidos al régimen del bisturí para satisfacer los deseos y fantasías de los hombres (llámense maridos, novios, amantes).  Mujeres dominadas, marcadas, subordinadas a esa supuesta condición de género que las obliga a parecer  siempre bellas, jóvenes, esbeltas, apetecibles. Mujeres dispuestas a todos los martirios –incluso a la muerte- para alcanzar esas medidas perfectas, ese abdomen plano (muy difícil de conseguir con una dieta como la nuestra a base de harinas, plátano y yuca), unas tetas de ensueño que acapare toda la atención no sólo de los hombres sino también de las otras mujeres…
¡Es la competencia pura y dura por la remodelación de la carne femenina, objeto de deseo del mercado y del patriarcado!
Y en medio de ese panorama tan desalentador una se pregunta  ¿No sería también conveniente remodelar el cerebro, el pensamiento? ¿De qué ha servido tanta lucha, tanta resistencia si muchas mujeres continúan repitiendo y reproduciendo esos roles de género instaurados desde siempre? ¿Hacia dónde vamos las mujeres?
*MI columna de esta semana en el diario La Nación

Comentarios

Anna Benítez del Canto ha dicho que…
Tienes toda la razón, es una forma de atarnos a lo que hemos intentado suprimir tanto tiempo, la mujer florero. Parece que ahora, vuelve a resurgir la tendencia de centrar el objetivo en gustar y complacer al hombre, para volver a ser su florero.

Un placer haber encontrado tu blog y poder seguirte de cerca.

Un abrazo grande!!!!!!!!
Muchas gracias, Anna. Un abrazo muy fuerte

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