PAÍS DE CAFRES Y MISÓGINOS
Estoy harta, enfadada e
indignada. Y lo estoy desde que vivo en
este país, en esta ciudad, uno de los peores lugares para las mujeres. Me da
igual que algunas personas que conozco opinen lo contrario: Colombia y Bogotá
son contextos agresivos, nefastos, atroces para nosotras. Son espacios que nos escupen su odio para mantenernos presas
del miedo a través de las estrategias perversas de esa cultura patriarcal tan
arraigada en esta sociedad.
He ahí el despliegue de una violencia
inusitada y brutal contra nosotras. Violencia sistemática cuyo propósito es
destruir, marcar, someter, desaparecer, castigar. Tatúan nuestros rostros,
vulneran nuestros cuerpos, matan nuestros sueños, nos convierten en botín de
guerra y con ello en todo lo indeseado, en la maleza a cortar. En nosotras los
malditos descargan todo su rencor. Es
como si quisieran borrarnos del mundo de un manotazo con toda la saña y la
sevicia posible.
O si no, cómo se explican
estas aterradoras cifras -según Sisma Mujer: en el 2012,
47.620 mujeres fueron agredidas por su pareja o expareja; cada media hora una mujer fue víctima de violencia sexual en
el país y cada
mes 1.508. En el mismo año 138 fueron asesinadas por su
pareja o expareja y en ámbitos asociados a la violencia política, la violencia
sexual contra las mujeres aumentó en un 81,69 % comparado con el año 2011, de tal
suerte que al uno de noviembre del 2013, las mujeres
representan el 84,9% de las víctimas de violencia sexual en el marco del
conflicto armado colombiano.
En ese mismo orden, las
mujeres representan el 51% de las víctimas del desplazamiento forzado, lo que
significa que 2.632.427 mujeres colombianas han sido víctimas de este flagelo; el
51,4 % de las víctimas de amenaza en el país; el 43,8 % de las víctimas de
tortura; el 46,8 % de las víctimas de la desaparición forzada y el 46,7 % de las víctimas de homicidio en
el país (Sisma Mujer).
Y siguiendo con este hermoso
panorama, en el Boletín Epidemiológico (¿?) Información de Violencia contra la Mujer, de Medicina Legal, se presentan las cifras correspondientes a los meses de enero y
febrero de 2015, entre las cuales se encuentra: 126 homicidios, 735 casos de violencia contra niñas y mujeres
adolescentes en el marco de la violencia intrafamiliar; 6269 casos
de violencia de pareja y 2631 exámenes médico legales por presunto
delito sexual en contra de mujeres de los cuales 540 casos ocurren en Bogotá. En esta ciudad cada treshoras una mujer es agredida sexualmente, según Medicina Legal. Sumado a lo anterior está el hecho de las agresiones sexuales que ocurren en el sistema de Transmilenio sin que hasta el momento se hayan adoptado medidas eficaces para brindar una seguridad mínima a todas las mujeres que utilizamos este servicio de transporte urbano.
Así pues, la situación en la que nos encontramos las mujeres en este país y en esta ciudad es más que preocupante: es aterradora. Nuestra vulnerabilidad alcanza niveles insospechados y todo ello con la anuencia de las instituciones del Estado que no toman medidas contundentes que nos protejan y nos permitan vivir en igualdad y en libertad. Y una se pregunta si ésta es otra estrategia para que permanezcamos en una condición de indefensión total que permita la prolongación del statu quo, que nos condena hasta el fin de los tiempos a la subordinación, al miedo y al silencio.
¿Cómo no estar -entonces- harta, indignada y enfadada con una sociedad indiferente, sorda y perversa, que nos castiga por el hecho de ser mujeres? A veces siento vergüenza de haber nacido en un país como éste. País de cafres* y misóginos.
*Para usar una expresión de Darío Echandía de hace más de 50 años. ¡Cuánta razón tenía entonces aunque creo que se quedó corto...!
Comentarios