Volver con lluvia en los ojos

Y vuelves los ojos a la realidad y descubres tan pocas salidas que te acostumbras a la tranquilidad de los parques y la calle, al placer de una tarde desde la terraza de un bar mientras tomas una cañita y observas a la gente que viene y va con sus carnes tostadas y sus trajes de verano. Entonces piensas "si allí la cosa fuese otra, si no existiera la sinrazón, si mi hija pudiese jugar tranquila en el parque, si la muerte no rondara las esquinas..." Tal vez no estaría aquí escribiendo estas tristes palabras mientras pienso en mis viejos y en el tiempo que teje depresiones en sus rostros y en el mío. Si la realidad fuese otra, estaría allí y tendría una casa con antejardín y un perro y un gato y un bosque para que Luna buscase bichos y pájaros y flores. Un bosque sonoro y verde con río incluido donde el tiempo no pasase y sólo fuese marcado por los ojos del sol. Un tiempo infinito con arcoiris y lluvia y montañas inmensas y colores desaforados y armonía... (Mientras tanto me conformo con mirar por enésima vez aquellas imágenes más plenas que nunca quizá porque ahora hacen parte de la memoria inmediata, de lo vivido, del espacio íntimo del recuerdo.)
Foto: Atardecer en Neiva (Martha C. Cedeño p.)
Comentarios
Isabel
Besos para vosotras, amigas.
Os quiero,
Martha