Las piernas y el metro

Muchas veces te dije que antes de hacerlo había que pensarlo muy bien  
El metro a las ocho de la noche.   El vagón medio lleno. Hombres y mujeres con vestidos oscuros y caras de hartazgo. Seres agobiados por el sopor de un domingo que llega a su fin. Mañana es día de trabajo, para algunos. Frente a mí una pareja de ancianos alisa las arrugas de sus manos -las del alma son imperceptibles. Y  junto a ellos  un joven de panza rotunda y pendiente de pirata en su oreja izquierda, escucha música. Más allá, sentada en sus pensamientos, va una mujer. Tiene unos ojos preciosos que parecen observar  un infinito inexistente.
que a esta unión de nosotros le hacía falta carne e ilusión tan bien que no bastaba que me entendieras y que murieras por mí
"Plaça de Sants", anuncia una voz metálica.  La puerta se abre y escupe pasajeros y pasajeras que se componen los abrigos, se ajustan las bufandas, se cuelgan bien los bolsos.  Y casi al instante entran nuevos seres que después de echar un vistazo general ocupan los asientos vacíos, los espacios despejados.  
que no bastaba que en mis fracasos yo me refugiara en ti. Y ahora vez lo que pasó al fin nació, al pasar de los años, el tremendo cansancio que provoco en ti  y aunque es penoso lo tienes que decir
De repente el  chico del pendiente deja a un lado la música y mira absorto hacia la puerta que acaba de cerrarse. Sus ojos son un par de ascuas.  Y lo mismo hace el hombre mayor y otro que va justo a mi lado y  la mujer de ojos preciosos y la anciana de manos arrugadas y dos chavales que están más allá junto a la puerta y un hombre de mediana edad de americana impoluta y unas chicas rubias que silencian por un momento su conversación.
Por mi parte esperaba que un día el tiempo se hiciera cargo del fin  si así no hubiera sido yo habría seguido jugando a hacerte feliz y aunque el llanto es amargo piensa en los años que tienes para vivir
que mi dolor no es menos y lo peor es que ya no puedo sentir...
Y Junto a mis ojos pasan ellas. Un par de piernas, largas, contorneadas, perfectas.  Las miro con disimulo y con ¿envidia? Muy pocos se fijan en el rostro de su dueña. Un rostro limpio, despejado y altivo. Estoy segura que ella sabe la reacción que despiertan sus extremidades y no le importa. Si yo tuviese un par de piernas como las suyas haría lo mismo...


Comentarios

Sylvia ha dicho que…
Impresionante la combinación de versos poéticos -dramáticos- y la descripción de los pasajeros que suben y bajan..."Frente a mí una pareja de ancianos alisa las arrugas de sus manos -las del alma son imperceptibles." Esta frase es poderosa.
Visualizo en tus versos la muerte, que puede ser real, "ya no puedo sentir" pero también metafórica. En fin, una relación que quizás nunca haya sido recíproca...necesito de varias lecturas, aquí el calor aplasta y tus pasajeros van super abrigados!

Un final paradójico, cuando las melancolías se resumen en un par de espléndidas piernas que atraen la mirada colectiva, como una burla a la solemnidad o la apatía de los viajeros.
¡Me encantó!
Juan Carlos Garrido ha dicho que…
Seguro que sí le importa y por eso las exhibe. No en vano, exponemos nuestro orgullo y ocultamos nuestras vergüenzas.

Un abrazo.
Ismael Pérez de Pedro ha dicho que…
Qué alegría siempre leerte, me encanta cómo escribes,no tienes nada que envidiar a Pablo Milanés.Un saludo
Precios relato Martha.
Ante el análisis realizado por Sylvia que es experta, mis palabras sobran...¿Cuánto observas con tu suave mirada amiga mía...???

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