Rutinas

A veces cuesta levantarse a las 6:00 para leer aquellos textos pendientes o escribir palabras ya escritas en hojas recicladas. Cuesta salir de la tibieza de las mantas que a veces quisiéramos eternas. Cuesta no dejarse vencer por la certeza de un día anónimo, un día sin pena ni gloria entre trabajos mediocres y quehaceres rutinarios. Días como truenos que van pasando impunemente, soterradamente, y que perfectamente podrían ir de la ducha matutina al sofá verde donde se quisiera descansar a gusto de una jornada sin tropiezos mayores pero agudizada por el peso aplastante de lo cotidiano.
Cuesta dejarse llevar, entregarse al placer onánico (no sé si esa palabra existe pero ahora, justo ahora, ha salido) de la contemplación, de la serenidad que produce admirar un amanecer como éste que ahora estalla en rojos y naranjas desde mi ventana y que de repente, despeja por completo ese cielo nublado, plagado de horas que vienen y van, de platos y polvo, de calles ruidosas donde el frío no es tan frío pero el pavimento siempre es gris...

Comentarios

Gabriela ha dicho que…
Hola, amiga hermosa!!}

Que bueno tener noticias tuyas otra vez. Esos deseos de quedarse en cama, a gusto, entre las cobijas, ¿no será tendencia del invierno? A mí también me cuesta levantarme, remontar el día con sus bemoles y sus sorpresas. Menos mal que existe la palabra que nos recibe y nos da ánimos, como las tuyas.

Un abrazo fuertísimo, remontemos este invierno que comienza,

G.
Digo lo mismo: qué bueno saber de tí; qué alegría encontrar tu mensaje con esas palabras que siempre endulzan el espíritu. Un abrazo inmenso desde esta orilla mediterránea, hoy gris.

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