Vergüenza y dolor: racismo en España

Rabia y dolor. Eso es lo que se siente cuando se ve el video de la agresión a una menor por parte de un joven (una bestia) en un tren de cercanías en Barcelona. ¿Cómo es posible que pasen esas cosas aquí? Se preguntan muchas personas que no entienden cómo se puede atentar contra un ser indefenso, una jovencita sola y desamparada cuyo único delito es ser: extranjera de América del sur, mestiza, mujer. Y es un acto que no se puede permitir en ninguna sociedad menos en ésta permeada por todos los cruces y mestizajes posibles.
Es inadmisible desde todos los puntos de vista. Es más que un ataque sexista: es una clara agresión de corte racista, xenófoba. Y tampoco es un hecho aislado. Desde que la población extranjera ha aumentado en España también se han incrementado los casos de violencia contra aquella población doblemente discriminada. Es una vergüenza desde todos los puntos de vista. Y lo peor es que desde las instancias encargadas de velar por la seguridad, por la protección de todos y todas las que vivimos aquí no se hace nada. La bestia aquella de 21 años está en libertad y se atreve a decir en la televisión que no se acuerda de lo que hizo, que estaba borracho. ¡Vaya desfachatez!
Ayer nuevamente nos sorprendimos con el caso del médico negro -también en un tren-, que fue abordado directamente por uno de los inspectores para que le mostrase el billete, lo raro es que no lo exigió a los otros viajeros (¿Quizá porque su color lo delataba?) Pero aquí hay una clara distinción. Mientras que en el caso de la chica ninguno de los ocupantes del vagón hizo nada para defenderla, en este caso, los otros ocupantes se solidarizaron con el hombre, estuvieron con él en un simple gesto de la más esencial humanidad.
¡Qué vergüenza! ¡Qué tristeza! Estos casos son lamentables y hablan mucho del modelo de sociedad que se está gestando en este país signado por el egoísmo, la cobardía, la sinrazón. Pero también habla de su falta de memoria: ha olvidado su época de hambre, su época de emigración, su miseria. Ha olvidado que hace menos de 40 años España todavía era el país "negro" de Europa, los "pobres" de sur. Ha olvidado que cuando más lo necesitaba América Latina abrió las puertas a quienes llegaban con una mano adelante y otra atrás. Han olvidado la solidaridad, el respeto, la más mínima mirada de humanidad. ¡Me avergüenzo de vivir en un país con casos como éstos!
Nota Post Scriptum: Por fortuna también hay gente generosa, solidaria, cálida y humana en este país. Gente que lucha, que trabaja, que sueña, que ve a los otros y otras como sus iguales -como debe ser-. Gente que reconoce el valor de los demás, que se pone en su lugar y que no olvida un pasado reciente signado por la precariedad y la falta de libertades.

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