Detritus cotidianos: la mariposa en el sofá

No puedo negar la influencia de Benjamin ni de Proust ni mi predilección por aquellas otras perspectivas que abogan justamente por volver la vista hacia esos pequeños acontecimientos de los que está hecha la vida. Detritus. Eventos minúsculos que son sistemáticamente desechados no sólo en el campo “objetivo” de la ciencia social sino también del transcurrir vital. Miramos de reojo lo pequeño, lo obvio, lo aparentemente insignificante. Lo descartamos por simple, por cursi, por reiterativo. Y olvidamos, a veces, que en la observación detallada de esas minucias se encuentra la materia prima de la vida y sus esferas. Existe una cierta tendencia, en muchos campos y saberes, hacia lo grandilocuente, lo magno que deviene en importante. Lo central. Por ello descartamos aquellos murmullos opacos que casi siempre suceden en la periferia, o en los bordes, o en los intersticios. Y cuando por x o y razón decidimos volver la mirada hacia ellos hay un irresistible afán por desestimar nuestra intención; es como si cometiésemos una suerte de sacrilegio (sobre todo en según que disciplina científica). Entonces nos vemos obligadas/os a dar argumentos, a justificar nuestra osadía. A vivir en una permanente declaración de intenciones. Casi como nos sucede a las mujeres cuando observamos, ocupamos, en solitario el espacio público: siempre estamos en un permanente desglose de intenciones para no dar impresiones equivocadas.
Me parece que en la observación de las minucias, del detalle, de lo aparentemente intrascendente se tocan, por ejemplo, la antropología y la literatura. El/la poeta y el/la narrador/a son, sin duda, buenos/as observadores/as de esa vida que transcurre en la fluidez, o no, de los días y los espacios. De todo lo que se manifiesta ante sus ojos. Y el/la antropólogo/a hace de la observación el instrumento principal de trabajo. Es a través de ella como se puede conocer el objeto social que se estudia. Los/as primeros/as la utilizan para ficcionar, para nombrar, crear un mundo cuya búsqueda principal es escudriñar en la esencia del ser humano, y los/as segundos para describir, interpretar, comprender una realidad social dada. Pero no estoy tan segura de que el resultado sea distinto para uno/as y otros/as. Es decir, creo que ambos/as de alguna manera recrean universos. Ambos estudian las vidas, intentan comprenderlas. A veces un texto antropológico parece una ficción y viceversa.
Me he extendido un poco: sólo quería hablar sobre la mariposa que apareció en el sofá de casa. Era preciosa. ¿Qué hace este insecto aquí? ¿Cómo habrá entrado? Un hecho anodino, intrascendente, pueril, dirían algunos, pero para mí significó pensar en la importancia de las minucias -espasmos de la vida cotidiana- y en la maravilla del instante, del azar.
(Las fotos son de ella, por supuesto)

Comentarios

¡Que tierno,,,!
Sin embargo esas minucias cotidianas, son las que nos recuerdan que mererece la pena pese a todo, el efuerzo por seguir cultivando y admirando la belleza.
Un beso
Isa
Rafael Caunedo ha dicho que…
... ¿a las 8:01 AM ya ves mariposas en el sofá?..., yo a esas horas estoy aún deambulando por la cocina tanteanto sobre la encimera a ver si encuentro la dichosa cafetera...

Rafael Caunedo

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