Parque Arqueológico de San Agustín: Huellas mágicas de un pasado histórico-natural , I
Hace más de diez años, justo algunos meses antes de marchar allende los mares, ofrecí una serie de charlas sobre el Parque Arqueológico de San Agustín en distintos colegios de la ciudad de Neiva. Producto de aquella experiencia es este texto que he recuperado y que está escrito con más emoción que seriedad pero que quiero compartir con la gente linda que me lee en ambos bordes del mundo.
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Por Martha Cecilia Cedeño Pérez
Academia Huilense de Historia
“En las fuentes sagradas labradas sobre el lecho rocoso de la quebrada, en las estatuas y estelas, en los relieves de los peñones que descienden sobre profundos cauces, está presente la inspiración de este maravilloso escenario en sus expresiones estéticas, orientada a un arte que refleja sus conceptos religiosos: el héroe legendario y sus deidades protectoras, los dioses del bien y el mal, de las lluvias, de las tempestades y de los vulcanismos, en fin, la tierra, el sol, la luna…” Luis Duque Gómez
San Agustín es un lugar mágico anclado en el sur del departamento del Huila. Es una región que no sólo constituye hoy por hoy uno de los sitios arqueológicos más importantes de Colombia y patrimonio histórico de la humanidad, sino un legado cultural de belleza impresionante cuyas huellas apenas se empiezan a interpretar.
Habitada desde siempre por grupos humanos de sensibilidad plena que dejaron para la posteridad los vestigios de su pensamiento, de su manera de sentir y palpar la corriente vital de la existencia a través de su arte monumental, esta extensa zona hace parte de los símbolos de identidad de ser huilense, tan importantes como la Gaitana o los Rajaleñas.
Habitada desde siempre por grupos humanos de sensibilidad plena que dejaron para la posteridad los vestigios de su pensamiento, de su manera de sentir y palpar la corriente vital de la existencia a través de su arte monumental, esta extensa zona hace parte de los símbolos de identidad de ser huilense, tan importantes como la Gaitana o los Rajaleñas.
Su ubicación afortunada, el nivel artístico de los vestigios, su extensión geográfica que cobija varios municipios, hacen de San Agustín un lugar de una riqueza extraordinaria que no sólo se puede percibir con los ojos del científico, sino también de con los de la persona común y corriente que busca encontrar tranquilidad y belleza en un espacio inventado para la contemplación y el asombro.
Por ello cuando se habla de San Agustín se piensa inmediatamente en un sitio anclado en medio de mesetas, valles y cordilleras primarias, en cuyo seno se encuentran esculturas de piedra que han sobrevivido al paso inclemente del tiempo. O se puede pensar en un paisaje de cerros bañados con todos los verdes posibles. O en el río Magdalena rugiente bajo los cañones forjados durante miles de años. O en un pueblo donde aún existen casas coloniales pintadas de verde y blanco en cuyos balcones se descuelgan flores multicolores rebosantes de aromas, anunciando el vaho mañanero o el ocaso de una tarde de nubes y arreboles. O en la melodía nostálgica de las chirimías, voz de ancestro y de vida. O en las manos creadoras que han dado aliento a quienes tejen la existencia día a día. Eso es San Agustín: magia y vida; naturaleza espléndida y pasado pleno de significados; silencio y agitación de energías; cultura y reconocimiento.
El parque Arqueológico de San Agustín o Cultura Megalítica del Alto Magdalena, como se le ha llamado en los últimos años, es una vasta zona de la geografía huilense, en pleno macizo colombiano, en cuyo seno se puede apreciar los vestidos de una cultura milenaria que alcanzó un grado importante de esplendor artístico.
Es, además, objeto de estudio de diversos científicos que ven en ella rastros fundamentales de un grupo humano integrado a la naturaleza y al cosmos. Por eso intentan encontrar respuestas a las múltiples preguntas que todavía persisten, no obstante los notables logros alcanzados en el complejísimo camino de la interpretación de cada una de las tumbas y esculturas.
A nivel general la exploración científica de esta cultura es reciente. Sólo hasta mediados del siglo XX surge un claro interés de estudiarla sistemáticamente para intentar descubrir sus diversos sentidos. Sin embargo, antes de esa época algunas personas ya habían visitado el lugar y elaborado sus propias descripciones alrededor de ese arte monumental.
Dice el historiador Luis Duque Gómez, uno de los principales estudiosos de San Agustín, que fue Fray Juan de Santa Gertrudis el primero en recorrer palmo a palmo lo que hoy se conoce como parque arqueológico de San Agustín y en dejar constancia de ello en la crónica Maravillas de la naturaleza, publicada en 1956 después de permanecer un par de siglos en la penumbra.
Anota también que en el año 1797 el sabio Francisco José de Caldas visitó la región de San Agustín y presagió su grandeza y monumentalidad en un escrito publicado en el periódico Semanario del Nuevo Reino de Granada en 1808, en el que se expresa en los siguientes términos “… estatuas, columnas, adoratorios, mesas, animales y una imagen del sol desmesurada, todo de piedra y en número prodigioso, nos indican el carácter y las fuerzas del gran pueblo que habitó las cabeceras del Magdalena”
Anota también que en el año 1797 el sabio Francisco José de Caldas visitó la región de San Agustín y presagió su grandeza y monumentalidad en un escrito publicado en el periódico Semanario del Nuevo Reino de Granada en 1808, en el que se expresa en los siguientes términos “… estatuas, columnas, adoratorios, mesas, animales y una imagen del sol desmesurada, todo de piedra y en número prodigioso, nos indican el carácter y las fuerzas del gran pueblo que habitó las cabeceras del Magdalena”
Sin embargo, fue el geógrafo italiano Agustín Codazzi quien efectuó el reconocimiento de tales vestigios en el año 1857 e hizo descubrimientos de importancia; además dejóuna interesante descripción de esos lugares con un plano en el que se ubican varias estatuas y dibujos. Posteriormente, en el año 1892, Carlos Cuervo Márquez se convierte en el primer colombiano en intentar descubrir el misterio de las estatuas y proponer una interpretación rigurosa de su significado. Fueron estas investigaciones las que cautivaron la atención del etnólogo alemán Konrad Preuss para emprender la exploración de esta cultura en las lejanas tierras del Alto Magdalena.
Las excavaciones que realizó Preuss durante los años 1913 y 1914, marcaron el inicio de la investigación arqueológica moderna de San Agustín. A partir de ese momento han sido muchos los expertos que se han apuntado al reto de desvelar el misterio de un arte monumental enclavado en el Macizo Colombiano.
Los estudios mencionados anteriormente hicieron que el estado colombiano tomara conciencia de la importancia de San Agustín e incentivara la investigación arqueológica. De ahí que a partir de 1930 se creen distintas oficinas e institutos como la Oficina de Servicio Arqueológico a cargo de Gregorio Hernández de Alba, quien en compañía de José Pérez de Barradas hizo algunas excavaciones durante 1937 y 1938, y el Instituto Etnológico Nacional, en la década de los 40, bajo la dirección de Luis Duque Gómez. Es éste uno de los estudiosos más importantes de la cultura agustiniana, quien junto con otros investigadores realizó entre los años 1943 y 1960 trascendentales descubrimiento, publicados luego en la obra Exploraciones arqueológicas de San Agustín.
Posteriormente, en el año 1966, salieron a la luz las investigacines de Gerardo y Reichel Dolmatoff; las nuevas averiguaciones de Luis Duque Gómez y Julio César Cubillos, en otra etapa de la investigación durante los años 70; las excavaciones de Héctor Llanos del departamento de Antropología de la Universidad Nacional durante los años 80 y 90, al igual que los estudios de César Velandia de la Universidad del Tolima y otros investigadores como Jorge Armando Ruiz, que se han dado a la tarea de comprender la esencia del arte monumental agustiniano, en un propósito que a veces se torna difícil por las características de los mismos vestigios y la inexistencia de otros nexos que permitan despejar las dudas que aún palpitan en cada una de las esculturas y espacios funébricos (esta expresión la utiliza el profesor César Velandia para referirse a las distintas tumbas).
Lo anterior sustenta, como lo dice el profesor Héctor Llanos (1994), por un lado que mostrar la cultura de San Agustín es hablar también de la historia de la arqueología en Colombia, desde Caldas a Preuss y desde éste a los nuevos investigadores que hoy se encuentran en el mismo empeño; y por el otro, que “el sur del Alto Magdalena es un extenso territorio donde se desarrolló durante más de dos mil años un proceso histórico, asociado a la cultura de San Agustín”.
Neiva, septiembre de 1999
Neiva, septiembre de 1999
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