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Crónica de un día de tesis

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Y llega el día anunciado 7:30 am : los rayos de sol se cuelan por las hendijas de la persiana. Se adivina un día radiante de calor y de golondrinas revoloteando por los balcones y terrados. Doy unas cuantas vueltas más en la cama y trato de no pensar en nada, sólo intento agudizar los sentidos para percibir lo que sucede allá afuera. No quiero pensar en el compromiso de las 4 de la tarde, ni en lo que diré frente al tribunal, ni en lo que me preguntarán, ni en los nervios que seguramente harán que mi respiración se agite y que las palabras se amontonen y entrecrucen. 8:00: Desde el balcón el mar es una mancha brillante. La ciudad hoy se antoja hermosa y vibrante -hasta el Hesperia Towers parece una obra de arte. Dan ganas de salir a la calle y llenarse el cuerpo de susurros, de espejismos, de miradas... 9:00 : ¿Alguien piensa en desayunar con un nudo en el estómago? Una infusión de tila y unas cuantas galletas son suficientes. La nena mira los dibujos animados. Hoy no ha ido al cole p

Día Cero

Me pregunto si mañana será un gran día. En el diario dicen que hará sol aunque está noche el cielo luce encapotado. Será un día como tantos, sin duda. La gente correrá de aquí para allá como lo hace cotidianamente. La panadería de la esquina abrirá a las 8 y mi vecina chillará mientras enciende la radio (¡menos mal que escucha la cadena Ser!). El barrendero acabará de limpiar alguna calle y el hombre del kiosco venderá los periódicos de siempre. A las 9 alguna madre correrá con su niño o niña de la mano para no llegar tarde al cole y el conductor del metro hará su enésimo viaje... A las 10 ya todas las ventanas de casa estarán arriba y me asomaré al balcón para ver si, por fin, se puede ver el mar. Justo a esa hora repasaré el escrito que leeré en la tarde y es probable que tenga un nudo en el estómago. Y que algo se condense en mi pecho, algo así como una nostalgia profunda, como un encuentro de sensaciones disímiles. Una satisfacción por el sueño cumplido pero también un gran vacío

Ordenadoritis Aguda

El día empieza con el sol entrando por la ventana y las golondrinas revoleteando entre los edificios. En apariencia todo está perfecto, hasta la línea del mar que se vislumbra desde el balcón de casa. Un día espléndido de primavera. Y me digo que hoy será mejor que ayer y que podré terminar las cosas que por culpa del ordenador no he terminado. Terrible error. Maldigo la hora en que dejé que todo girara entorno a ese aparato estupendo que a veces nos juega malas pasadas, sobre todo cuando más lo necesitamos. Y ya van tres veces. La primera sacó la mano de forma imprevista y perdí todo lo que había escrito: una novela malísima y unos poemas idem de los que ahora no guardo ni el recuerdo; ah, y algunos pequeños ensayos que a lo mejor eran buenos. La segunda vez, no me cogió desprevenida pero me obligó a desplazarme hasta la universidad para poder culminar algunas cosas de mi tesis. Y esta tercera y última vez ha sido la más perversa porque me ha dejado a medio camino: tengo que preparar

La ciudad de la distancia y el recuerdo

"Es una putada estar lejos", me decía un amigo argentino en días pasados. Extrañas a los tuyos, el calor de tu gente, la maravilla del paisaje; extrañas el espacio donde creciste, las calles que anduviste y donde crees que un día fuiste feliz. Extrañas los sabores, los colores, las visiones -estupendas y miserables-, los sonidos, las formas y las imperfecciones que parecen conjugarse siempre para perfilar lo grandioso y lo mínimo, lo magnífico y lo precario. Extrañas la ciudad polvorienta, imperfecta, canicular, desordenada, que en el recuerdo se convierte en una urbe espléndida, armónica, perfecta. Y deseas volver a recorrer sus calles bulliciosas con gente que viene y va, con mujeres embarazadas y hombres que te miran con lujuria y te lanzan los piropos más inverosímiles, con niños que juegan sin miedo al peligro que acecha en las aceras, con almendros y arrayanes perfumados, con el río que serpea entre ceibas y platanales... La ciudad del recuerdo es un lugar perfecto: el

Temas en el tintero

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Confieso que me he dejado llevar por los avatares de mi nueva situación de mujer que trabaja-fuera-de-casa y he perdido el espíritu escritural que me ha acompañado siempre y que motivó un día de octubre abrir este blog. Este abandono involuntario deja en el tintero varias cosas de las que quise hablar en su día. Os hago un resumen: 1. Las manifestaciones de los jóvenes parisinos que hicieron posible la vuelta atrás de una ley que echaba por tierra todos los logros alcanzados en materia laboral y social y que pretendía ante todo castigar a los jóvenes... 2. Las manifestaciones de los "inmigrantes" latinos en Estados Unidos para protestar por un proyecto de ley de inmigración discriminatoria, que vulnera los derechos humanos fundamentales. Estas manifestaciones hicieron posible la visibilización de un grupo humano que sólo aparecía en las estadísticas. (Veáse el interesante artículo de Andrés Oppenheimer que reproduce mi amiga Gabriela de la Peña en su estupendo blog). 3. La

Encuentro por Colombia

MESA REDONDA “ENCUENTRO POR COLOMBIA” LUGAR: Casa Elizalde, c/ València, 302. DIA: martes, 25 de abril HORA: 7:00 p.m. Con motivo de la celebración de los eventos programados por la Taula Catalana para el mes de abril, se encontrarán en Barcelona representantes de diversas organizaciones sociales colombianas. Al Colectivo Maloka le ha parecido importante abrir un espacio para escucharlos, y así poder saber qué hacen y qué plantean en este momento y las perspectivas que ven dadas las circunstancias que se vive en este momento en Colombia, Por tanto, quedan todas y todos cordialmente invitados a este encuentro…por Colombia. HÉCTOR-LEÓN MONCAYO SALCEDO. ILSA . Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos ONG de Derechos Humanos. JEFFERSON OREJUELA WALDO. REPRESENTANTE DE COMUNITATS DE CACARICA, CURVARADÓ I JIGUAMIANDÓ Representante de las comunidades, situadas en el Bajo Atrato, Departamento del Chocó . Las comunidades son víctimas de la apropiación ilegal y por

Una mujer de madrugada

Desde hace 15 días hago una cosa que jamás había hecho: caminar de madrugada por las calles solitarias de la ciudad. Es una sensación al mismo tiempo agradable e inquietante. Agradable porque experimento una especie de libertad, de amplitud, de independencia, al conquistar un tiempo -la noche- y un espacio -la calle- que siempre ha sido problemático para las mujeres. Y de inquietud porque una mujer que camina sola a las dos y media de la madrugada es, cuando menos, inquietante, una figura liminal, fronteriza; un ser ambiguo que se mueve en ámbitos difusos. ¿Quién es esa? ¿Qué hace a esta hora de la madrugada? ¿Qué busca? Es decir, nos pone en una situación doblemente problemática pues por una lado nos convertimos en el punto de mira de los otros ocupantes de la calle (hombres, por supuesto), que perversamente se abrochan el derecho de mirar sin contemplaciones, y por el otro, sentimos miedo porque se pueda vulnerar nuestra integridad física. Pero además porque muy en el fondo aún senti