Un día en la montaña

Embalse de La Baells
Salimos muy temprano. Antes de las nueve dejamos la ciudad con su red esquizófrenica de calles, rondas y avenidas para tomar la vía que nos llevaría a la montaña. Poco a poco vimos la transformación del paisaje: del gris tostado pasamos a un verde que lentamente iba ganando intensidad. Contemplamos arrobados el embalse de La Baells con sus colores de otoño y luego el pueblo de Berga y la silueta del pedraforca con sus 2497 metros de altura.
Antes de llegar al Túnel del Cadí tomamos una vía alternativa para comenzar nuestro ascenso al puerto de montaña que está situado justo detrás de La Molina. Y allí encontramos un lugar espléndido, solitario y blanco en el que pasamos un estupendo día de aire puro y risas y trineos y afectos compartidos.
Después de contemplar un magnífico atardecer detrás de los cerros blancos coronados de rosa y oro, emprendimos nuestro viaje de regreso. Y como sucede en las películas estadounidenses de montaña y nieve, un cervatillo se cruzó en nuestro camino justo cuando ibamos a tomar la vía principal para alegría de los niños y adultos. En ese descenso vertiginoso también pude contemplar algunas estrellas tozudas (en verdad muchas más de las que se ven en Barcelona) en un cielo despejado que lentamente se iba ocultando tras la capa de contaminación de la gran ciudad y su área metropolitana. Ya estábamos llegando a casa...
Comentarios