La "Interracialidad" (I parte)

Acabo de llegar de otra entrevista de trabajo (ya he perdido la cuenta del número que he hecho en lo que va corrido del año). Debo llamar en la tarde para ver si me han seleccionado. Lo curioso es que es la segunda vez que me presento a la misma empresa -lo descubrí cuando llevaba el curriculum- y por lo tanto es la segunda vez que la misma mujer me hace la "entrevista", que curiosamente no es tal sino una declaración de intenciones o más bien, de dedicaciones. Como la primera oportunidad esta mujer de nombre Raquel me recibe en la puerta, me da un apretón fuerte de manos (esta vez yo las tenía calientes) e inmediatamente me conduce a su despacho. Le echa una mirada rápida a mi curriculum y lo único que me pregunta es si tengo experiencia laboral, le digo que sí tal y como lo pongo en el documento que le acabo de entregar. Y como la primera vez la mujer viste de negro, me da la impresión de que lleva el mismo atuendo.

Se me olvidaba decir que mientras esperaba mi turno para pasar a la supuesta "indagatoria" iban llegando hombres y mujeres a lo mismo. Mujeres jóvenes y de mediana edad ("nativas" e "inmigrantes"), un hombre mayor y otros más jóvenes ("nativos" e "inmigrantes"). Personas de todos los colores: rubias, morenas, negras, altas, bajas, y todas con la misma cara de incertidumbre.

A medida que iban llegando se iban sentando en las sillas de la entrada, unas en frente de las otras. Algunas se quitaban los abrigos y los ponían encima de las piernas mientras mecánicamente sacaban el móvil. Es curioso como todas hacían lo mismo, un tipo de rito de espera para alejarse de los otros con los que en ese momento compartían una misma situación. El móvil se converte, en según qué situaciones, en el pretexto y acompañante perfecto con el cual podemos crear nuestro propio círculo de privacidad personal.

Una vez me hizo la "entrevista" -que más bien fue un monólogo al final del cual no me quedó claro a lo que se dedicaba la empresa ni a lo que me dedicaría yo si me seleccionaban- la mujer me acompañó hasta la puerta y me preguntó ¿De dónde eres? Colombiana ¿por qué? Es que no identifiqué tu acento, tengo una amiga colombiana y no habla como tú. Es que soy de una región donde el acento no es tan marcado, es neutral. Y también lo habrás perdido ¿no?. Si, a lo mejor, ya llevo 7 años aquí...

Pero no era de ese tema que os quería hablar sino de la interracialidad. Un término que en verdad no me agrada mucho pero que traigo a colación para contar una historia de la que fui testigo justo después de salir de la entrevista de trabajo y tomé la línea azul del metro que me llevó hasta casa.

Comentarios

Gabriela ha dicho que…
Mart, amiga: la ética universalista de Savater, creo yo. He puesto a mis chicos a trabajar en ella. Subiré en mi blog uno de sus ensayos al respecto. Universalista: la dignidad del ser humano por sobre todas las cosas, una sola aldea en que todos podamos ser, sencilla y plenamente, humanos tratados con la dignidad que merecemos por serlo.

Te quiero amiga, un abrazo!

G.
Sí Gabi, tienes razón. Ya he leído el ensayo que dices y el alma ha vuelto a su lugar. Existe una ética del ser que no debe perderse en los hilos de una sociedad perversa...
Gracias por tus palabras siempre dulces y sinceras!

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