La Finitud
Ella Cuando la mirábamos con su pelo indomable pensábamos que era eterna. Todas, rubias o no, quisimos ser como ella. Y la tele nos la traía año tras año en la misma serie que comenzamos a ver a comienzos de la década de los 80. Estábamos en la época de la metamorfosis. Aquella edad en la que ya no eres una niña pero tampoco eres una chica y en la que además hueles a pescado. Sin embargo, allí estaba ella con sus dientes de mármol y su sonrisa infinita. Así la vimos siempre aunque el tiempo pasara y nos convirtiésemos en adolescentes y comprendiéramos que la realidad no venía enlatada. Y luego fuimos adultas y aquel mundo primoroso de las series “made in USA” sólo fue un recuerdo de nuestros años pequeños. Y ella se perdió en el horizonte hasta que la vimos de nuevo, con el tiempo ensañado en su cabello y en su boca. Y comprendimos que ella también era finita, finita, y que más allá de la belleza siempre está la muerte. Él Ad portas de la adultez acariciamos la libertad. Fuimos modelad