Noche de palabras y comunión
Escribo estas palabras insomne y bajo los influjos de la emoción. Y no podía ser de otra manera porque anoche, en el recital de poesía que ofrecí en la biblioteca La Bòbila , fue posible algo parecido a una comunión a través de las palabras. Allí estaba la gente que quiero y que me quiere, mis amigos y amigas, mis conocidos y conocidas y unas personas lindas que asistieron al acto por su amor a la poesía y permanecieron ahí absortas en el río de versos que brotaba de mi boca. Cuando miraba sus rostros, sus ojos, concentrados en mi voz, una energía potente se apoderaba del espacio. No hicieron falta más personas: estaban las justas y necesarias para un acto tan cercano y cálido como éste. Y también habían niñas y niños que sentados en primera fila contemplaban estoicamente a la mujer que leía un mar de poemas inacabables. "Luna, ya van cincuenta ¿crees que faltan pocos para que tu madre termine de leer?" preguntó la niña Irene a mi hija. Y sí, ahora que lo pienso creo que me