RIMBAUD, LA LUCHA Y LAS PALABRAS
Conocí a Rimbaud en mis épocas de estudiante de lingüística y literatura. Tenía 17 años y despertaba al mundo llevada de la mano por los grandes creadores, los clásicos de todos los tiempos. Sus versos vinieron en la voz de Luis Ernesto Lasso y William Torres , en aquel entonces profesores de letras de la Universidad Surcolombiana. Personas trascendentales sin las cuales difícilmente hubiese podido sumergirme en ese mundo de las palabras y sus vicios. Era la literatura y lo que ella implica: el mundo de afuera que casi siempre es peor y por ello más desesperanzador. Así que junto a los textos de Cortázar, a los poemas de Pessoa y Lord Byron, estaban también los padres de la sospecha, y las luchas por la justicia social, la fe plausible de que era posible un futuro mejor pese a la compleja realidad de un país que salía de las caballerizas para caer en el infierno del Palacio de Justicia. Me refiero a la época oscura de represión y guerra sucia que vivió Colombia bajo el mandato de Ju