Una Novia Cadáver luminosa y vital

Asistimos anoche, en el marco de la vigésimo sexta versión de Artfutura 2005 Objetos vivos. Espacios sensibles, al preestreno de la película Novia cadáver -Corpse Bride- del director estadounidense Tim Burton, (Eduardo manostijeras, 1990; Batman Vuelve, 1992; Ed Wood, 1994; Mars Attacks!, 1996; Sleepy Hollow, 1999; El planeta de los simios, 2001; Big fish, 2003; Charlie y la fábrica de chocolate, 2005; también escribió y produjo el film de animación Pesadilla antes de navidad,1993), que hoy 28 de octubre será estrenada comercialmente en España.

Este film está basado en una leyenda ruso-judía y ha sido convertido en un producto comercial mediante una sofisticada animación de marionetas cuyo diseño ha sido realizado en Barcelona por el Estudio Grangel. Es una película de una gran calidad visual que está sustentada, técnicamente hablando, en una modernización del antiguo sistema Stop Motion, que consiste en que cada acción de las marionetas sin hilos se crea con pequeños movimientos que son fotografiados y luego reproducidos a la velocidad suficiente para dar la sensación de movimiento real. La película sorprende también porque, al contrario de lo que se piensa, no es una producción digital sino “hecha a mano”, como los films de antes. Además cuenta con las voces de Johnny Deep, uno de los actores fetiche de Burton, Helena Bonham-Carter y Emily Watson

La película se desarrolla en un oscuro pueblo europeo del siglo XIX y cuenta la historia de Víctor, un joven temeroso y en apariencia débil, que debe casarse por conveniencia con una mujer a la que ni siquiera conoce, Victoria, hija de un matrimonio arruinado. Pero algo sucede y el pobre Víctor, tímido, torpe y nervioso, de repente se encuentra en el colorista mundo de los muertos donde desposa por equivoción a la novia cadáver. Una novia que le persigue y ama con locura pero que al final opta por dejarlo en paz para que se case con Victoria, la mujer cuyo corazón sí late y a quien él ama.

Es en esencia una historia de amor con mucho de caricatura e ironía que muestra la paradoja entre un grisáceo mundo de arriba, de los vivos, y un colorido mundo de los muertos. Mientras los vivos maquinan, mienten y se esconden de sí mismos en la oscuridad de su hacer cotidiano, los muertos gozan, cantan y hacen castañear los huesos porque ya nada les preocupa. Ya saben que la vida no es más que un estado momentáneo y que al final todos no seremos más que polvo, y no precisamente polvo enamorado, como lo dijera Quevedo en aquel fantástico e imperecedero soneto. El confuso Víctor no entiende ese inesperado descenso a los infiernos, descenso que sin embargo, le hace consciente del sentimiento supremo del amor, un amor que cada vez está más lejos pero que sin embargo lo redimirá. Y allí en ese inframundo vitalista, tremenda paradoja, los muertos siguen en su rumba, esperando la llegada de nuevos miembros que los acompañen en esa naditud donde no obstante, existe la fiesta.

Es un film optimista que, sin escapar al estilo que Burton nos tiene acostumbrados, se convierte en un cuento romántico con algunos destellos de poesía que desmitifica la muerte mediante la burla, el humor, una puesta en escena y una fotografía sorprendentes y una banda sonora que tampoco deja indiferentes a quienes, al otro lado de la pantalla, aún nos encontramos en el casi siempre oscuro mundo de los vivos…
Martha Cecilia Cedeño Pérez
*La imagen que ilustra este artículo ha sido tomada de:
.......................
.
Y como colofón, os ofrezco el poema de Franciso de Quevedo (Madrid ¿1580? - Villanueva de los Infantes, 1645), uno de los grandes representantes de las letras castellanas de todos los tiempos, al que me refería arriba:
.
.
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa;
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Caracola, un poema de Federico García Lorca

Tres poemas de Eduard Sanahuja

"El sabor de la nada": un poema de Charles Baudelaire