Insomnio
Anoche, como las últimas cuarenta y una, dormí con tu imagen en mis sentidos pero fue distinto: tenía un sabor agridulce en los labios y la constancia incierta de que habían agujeros en el cielo enormes bocas oscuras que ocultaban tu voz y tu presencia hecha de memorias y ternuras de palabras transparentes como este día cobijado por el sol, como los cerros inmensos que observo desde la ventana. Anoche el insomnio era un monstruo vigilante que golpeaba mi alma con guijarros encendidos y una lágrima furtiva se enredó en mi pelo huérfano de tí, íngrimo de tí, triste de tí... y la ciudad hermosa hasta hace poco se convirtó en un laberinto gris y mis palabras fueron agua y mi voz sólo un eco olvidado y mi amor por ti una certeza afilada en el silencio.