Crónica de un jueves con lluvia
La lluvia ha hecho una pausa. Desde esta mañana los cristales de la ventana están marcados con pequeñas gotas de agua y ver a través de ella es percibir un cielo roto con burbujas grises. Son las 3:30. Hora de salir de casa pese a que en e l temps de TV3 han dicho que seguirá lloviendo toda la tarde. No me importa. O más bien sí. Me gusta andar bajo la lluvia por alguna reminiscencia tardía de mi infancia que luego asocié a la película de G. Kelly , por aquello de pisar los charcos, de saltar sobre ellos para ver las figuras que forma el agua. Y no tengo paraguas porque el que tenía –uno de un color rojo espléndido- lo dejé abandonado en el metro un día cualquiera de febrero. Echo una última mirada al cielo desde el balcón de casa y me parece escuchar al abuelo: “No tardará en llover”. Y siento una efusión repentina. Poder caminar por las calles de esta ciudad con la lluvia arriba y abajo me parece estupendo. Y justo cuando ya estoy afuera, en la calle, se viene una “mata de agua”, d