Sobre la palabra y un poema de José Eustasio Rivera
Después de unos días un tanto oscuros vuelvo a la luz de la palabra, no de la mía, sino la de otros. Para ello he navegado por las páginas de libros fundamentales. Así, entre las lecturas del magnífico texto de Marco Tulio Aguilera Garramuño , El imperio de las mujeres , (que muy amablemente me envío por email), la biografía García Márquez una vida de Gerald Martin y la lectura de poetas como José Eustasio Rivera , Tierra de Promisión ; Julián Polanía, Ricardo Castaño, Luis Ernesto Luna y Orinzon Perdomo, no sólo he resistido al naufragio cotidiano si no que me he llenado de motivos para volver a creer en la armonía de las cosas elementales. La palabra obra como una medicina milagrosa que cura el ánima a veces atormentada, a veces exaltada, a veces quejumbrosa. Aunque suele ocurrir que también la desquicia y la lleva por senderos inimaginables. Algunas oportunidades es un ser bondadoso, amable que, como un bálsamo, mengua los dolores existenciales y otras, es un ser de una crueldad y