CANTO A LA EXISTENCIA

He tenido abandonado este blog por algunos días, ¿el motivo? pequeños vaivenes de la vida que nos hacen reflexionar, valorar las cosas y las personas que tenemos a nuestro lado pero también fortalecer el espíritu. Escollos que pueden llegar a causar daño sino se enfocan como lo que son: pruebas vitales para reconocernos débiles, para recordarnos una vez más que no somos más que barro pensativo; pero sobre todo para oxigenar el pensamiento y volver a las esencias que el acelere de la vida postmoderna parece negarnos.

La rapidez de los tiempos que corren nos hace perder la brújula, el sentido de la existencia. Así que después de unos días de niebla, agudizados por mi profundo sentido de la tragedia y una buena carga de pesimismo, he vuelto a sonreír gracias al amor, a las palabras, a la solidaridad y compañía de la gente que amo y me ama.

He despertado con el aliento de mi hija en la cara, con su carita rosa (como a ella le gusta que la llame) y con su sonrisa cálida y plena como un cultivo de maíz; he sentido los besos de mi esposo-cómplice-compañero de viaje, tierra firme donde me apoyo con seguridad; he salido al balcón de casa y me he topado con un aire gélido y con un cielo azul y con la línea plateada del mar en el horizonte; he escuchado las voces de mis padres plenos y fundamentales y las de mis hermanas del alma: las de sangre, Lina y Mariela; las de convicciones y solidaridad, Gabriela y Pili; he escuchado por enésima vez el Mediterráneo de Serrat; he visto mis anotaciones y mis poemas desperdigado por hojas y libretas, he sentido la magia y la fuerza de todo lo que me rodea para descubrir, una vez más, LA MARAVILLA DE LA EXISTENCIA, la maravillosa sinfonía de las minucias cotidianas, del amor humano, de las palabras... ¡Gracias a todas y todos por existir!

Martha Cecilia Cedeño Pérez

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