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Mostrando las entradas etiquetadas como Cosas cotidianas

El metro y la locura

Cuando subí al metro y me puse muy cerca de la puerta (no había sitio así que tuve que estar de pié) pude verla. En principio me llamó la atención su collar. Un collar de piel marrón, con unas medialunas elaboradas en algo parecido a la piel de coco, también color marrón, que le llegaba a la altura del pecho. Era realmente bonito el collar. Me detuve en él con disimulo. Ella parecía una mujer “normal”. Mi perspectiva de arriba-abajo me permitía sobre todo ver su cabeza. Llevaba una coleta sujeta con una goma compuesta por figuras de santos o vírgenes y una pulsera a juego. De repente empezó a murmurar algo. Pensaba que hablaba con su vecino de al lado pero no era así. Su voz era recia y cascada. Entonces me fijé en su cara: allí habían zanjas y depresiones profundas, vestigios de una vida trajinada, al límite, pensé (bueno, siempre suelo imaginarme las circunstancias vitales de/los/las demás cuando veo un rostro, una expresión, un gesto de alguien). “Que me dejéis en paz, que no he est

Sobre participación, tiempo y otras cosas

Mientras en Pamplona se corren los Sanfermines, menudo favor le hizo Hemingway a esta fiesta, yo trato de terminar un texto sobre participación de las mujeres extranjeras en la ciudad de L’Hospitalet de Llobregat-Barcelona. Y me encuentro con una cuestión relevante: cómo definir la participación. Palabra generalista que incluye tantos tópicos y menudencias. Recurro al diccionario de la RAE: Tomar parte en algo ; Recibir una parte de algo ; Compartir, tener las mismas opiniones, ideas, etc., que otra persona ; Tener parte en una sociedad o negocio o ser socio de ellos . Y en todas ellas ambigüedad y amplitud total. Así que para el caso del trabajo que estoy realizando continuaré con los indicios que facilitan las ciencias sociales y para esta entrada, hecha un poco a las carreras (no quiero que me pille el toro del tiempo) recurriré al sentido común. Participar, hacer parte de, formar parte de, estar en… desde ese punto de vista todas y todos, estamos dentro de una sociedad y ello impli

Una metáfora del verano

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A veces sólo es necesario deternos un momento en las pequeñas cosas que nos rodean. Mirar sus márgenes. Sus intersticios. Un ángulo. Un matiz. Una forma. Una suave expresión de la luz. Como en esta foto hecha en el salón de casa donde mi hija de ocho años disfrutó de su piscina, con muñeca incluida. Lo demás lo hizo la lumbre del día a través de la ventana y el ojo que se fijó sorprendido en la imagen del agua. Metáfora del verano y sus connotaciones más simples y, a la vez, más transcendentales.

Prohibición

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Madrid. 20:30 de la tarde. Una calle cualquiera cerca de la Gran Vía. Calor sofocante en las aceras. Bares abarrotados con gente de aquí y de allá. Cervezas, claras, sangría. Bullicio. Conversaciones. Risas. Miradas. Y un cartel: Prohibido tocar y cantar por causas ajenas. Recordé entonces otras tantas pintadas en muros distintos. Antes era presumida pero ya lo superé: ahora soy perfecta (desde que la observé en una pared de la Universidad del Valle se convirtió en una especie de lema personal). Pienso, luego me desaparecen , escribían mis amigos que creían en la Revolución. Vandalismo solidario , leí en algún muro del parc de Les Planes (L’Hospitalet de Llobregat – Barcelona) cuando realizaba un trabajo de campo. 10 años sin Pedro asesinado por un policía , leí en alguna parte de la misma ciudad. Barbie es anoréxica. Kometelo 2008!!!. Te amo Banesa (sic)… Y otras muchas escrituras urbanas que ahora se me escapan. Prohibido tocar y cantar por causas ajenas. ¿Qué son las causas aje

Palabra y tiempo

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Hoy me he levantado más pronto que de costumbre para empezar una tarea que llevo aplazando hace mucho tiempo: ordenar una serie de textos poéticos escritos desde 1990 hasta la fecha en distintos lugares del mundo (San Luis, Neiva, Ciudad de la Habana, Barcelona, París…) y que tengo dispersos en diferentes archivos después de haberlos recuperado de papeles reciclados, notas marginales, servilletas, billetes de avión, libretas viejas… Y todo ello porque mi amigo Luis Ernesto Lasso , profesor de la Universidad Surcolombiana , está preparando un segundo libro sobre el Huila en el que se hablará de las voces poéticas de la región, y ha tenido la generosidad de incluirme dentro de esas figuras femeninas (cuestión que por otra parte agradezco pero que no es objetiva del todo si no más bien producto del afecto). Allí también participaré como autora porque me corresponde escribir un breve texto sobre las voces poéticas masculinas, cuestión a la que me pondré en breve, después de preparar una po

Detritus cotidianos: la mariposa en el sofá

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No puedo negar la influencia de Benjamin ni de Proust ni mi predilección por aquellas otras perspectivas que abogan justamente por volver la vista hacia esos pequeños acontecimientos de los que está hecha la vida. Detritus. Eventos minúsculos que son sistemáticamente desechados no sólo en el campo “objetivo” de la ciencia social sino también del transcurrir vital. Miramos de reojo lo pequeño, lo obvio, lo aparentemente insignificante. Lo descartamos por simple, por cursi, por reiterativo. Y olvidamos, a veces, que en la observación detallada de esas minucias se encuentra la materia prima de la vida y sus esferas. Existe una cierta tendencia, en muchos campos y saberes, hacia lo grandilocuente, lo magno que deviene en importante. Lo central. Por ello descartamos aquellos murmullos opacos que casi siempre suceden en la periferia, o en los bordes, o en los intersticios. Y cuando por x o y razón decidimos volver la mirada hacia ellos hay un irresistible afán por desestimar nuestra intenci

La carne y el miedo

La mujer se dirige al carnicero y pide que le ponga unos filetes de ternera. Tiene la voz recia y firme pese a los años que se marcan en las hondas depresiones de su rostro. Huellas que dibujan un ayer de miserias, guerras e incertidumbres. "La quiero tierna para hacerla a la plancha " . "Esta que usted ve ahí, es la mejor" le contesta el hombre con una voz seca y cortante que recuerda los aires porteños. "Bueno, pues pónme de esa". El hombre agarra con diligencia el trozo de carne y lo coloca sobre una tabla de madera. Luego pone el cuchillo brillante y de hoja ancha sobre ella y hace el gesto de empezar a cortar como adivinando el grosor que le vendría bien a la mujer. Pero antes de decidirse del todo pregunta con una voz mecánica y plana "¿Así está bien o la quiere más fina? "Así está bien. A mi me gusta más el cerdo pero ahora con lo de la gripe porcina pues compro ternera. Y cuando había lo de las vacas locas compraba cerdo. Con tantas peste

Mediodía de Granizo

Este mediodía mientras escribía una nota sobre Semana Santa sucedió algo que cambió de manera rotunda el carácter de esta entrada. De repente se oscureció, empezó a tronar de forma insospechada y a los pocos minutos llovieron vidrios del cielo. Fueron cinco minutos veloces en los que el granizo golpeó con ferocidad las ventanas de casa y los tejados, dejando una breve estela blanca (aquella que tanto añoramos en el invierno). Y justo esa ruptura de un día anodino de primavera me hizo reflexionar acerca de las grietas por las que a veces es posible escabullirse de la rutina cotidiana. Una jornada sosa y repetitiva de manera insospechada se puede convertir en un prodigio que nos recuerda, efectivamente, que la belleza se puede encontrar en cualquier resquicio. La belleza y el quiebre en los ojos del azar. Así que el texto que estaba escribiendo se convirtió en una salida al balcón para sentir el enfado del hielo en las manos y el estertor llenando los edificios y las antenas y los árbole

La película

Eran las 9 de la mañana de un día cualquiera de noviembre. Hacía frío pero la calle estaba iluminada por un sol espléndido que levantaba los espíritus dormidos o tristes. Llevaba a mi Luna al cole muy de prisa (como siempre). Parecía una jornada repetitiva y sosa pero algo nos llamó la atención: justo la calle de en frente del colegio estaba precintada. Pensé que había sucedido alguna desgracia y que, por ese motivo, los Mosos d'Esquadra habían tomado esa medida. No obstante pudimos advertir que en los bordes de la calle había una cantidad inusitada de furgonetas blancas que hasta ese momento nunca habíamos visto por esos lares. Una de ellas estaba con las puertas traseras abiertas de par en par. Nos detuvimos un momento para observar lo que había dentro: escaleras metálicas, focos de iluminación, cables, cajas de herramientas, cuerdas, cascos, rollos de papel higiénico, chubasqueros... Parece una ferretería, comentó Luna. Estábamos intrigadas porque queríamos saber qué pasaba o ha

Flores de invierno

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Después de unos días de frío y lluvia nada es tan reconfortante como aprovechar el sol que hoy, por fin, ha vuelto a brillar con intensidad. Así que una magnífica opción es salir de casa sin destino fijo, sólo con las ganas de dejarse llevar por el azar y por la calle que promete. Reencontrarse con esos placeres básicos de la contemplación y la deriva. Ora esta calle, ora este parque, ora esta plaza, ora este banco. Recorrer sin aspavientos la ciudad cercana y luminosa y redescubrir esas pequeñas maravillas que se encuentran en aquellos lugares casi anodinos por los que trasegamos cotidianamente. Unas flores espléndidas escondidas, una línea magnífica en aquel puente, un toque especial de aquellos edificios que en otras condiciones parecen fábricas postmodernas, un gato callejero en el parque… y la luz mediterránea que todo lo matiza y lo ilumina. Hoy los sentidos reviven en cada rincón de esta ciudad plena de formas y colores y aromas y movimiento. Domingo de sol que nos regala flore

De balances y otras cosas

Es frecuente hacer balances cuando un año se acaba. Se vuelve la mirada, a veces profunda a veces engañosa, sobre las cosas que nos han pasado e intentamos clasificarlas dentro de unos parámetros casi siempre maniqueístas. Lo bueno y lo malo. Es como si quisiéramos hacer una taxonomía radical en la que sólo vemos las acciones, los acontecimientos, las circunstancias vividas en dos colores: blanco y negro. Lo bonito y lo feo. Lo que es digno de recordar y lo que no. ¿Existen momentos intermedios? ¿Existen matices? ¿Existen mezclas, hibridaciones, conjunciones? Esa mirada en cuadrícula remite también a cierto cuestionamiento que a veces se nos hace: ¿Cómo ves el vaso: medio lleno o medio vacío? Si lo ves de la primera manera eres un optimista y si lo ves de la segunda, eres un pesimista. Confieso que yo siempre tiendo a verlo de la última forma. ¿Cómo ser optimista cuando en los balances generales del mundo sólo hay pérdidas para los de siempre, muerte, destrucción, odio, terror, hambre,

Las navidades del recuerdo

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Estos días he vuelto a recordar aquellos diciembres de mi infancia. Mi memoria se llena de imágenes bellísimas, circundadas por la magia de unos días marcados por la espera impaciente del Niño Dios (entonces no existía el horroroso Papa Noel, importado de Estados Unidos hace algunos años), que venía cargado de regalos. Coches para mis hermanos y muñecas para mí (lo típico en nuestra socialización donde se van reafirmando los roles tradicionales de género). Entonces vivíamos en el campo y junto con mi hermano Juan, cuando caía la tarde del día 24, nos echábamos en el prado para contar las estrellas y para imaginar la forma en que el Niño Dios bajaba del cielo con los regalos. Mi padre decía que utilizaba una cuerda muy, muy larga. Y nosotros le creíamos. No teníamos televisión, sólo radio. Una radio roja en donde podíamos escuchar la música de diciembre y que padre encendía a las cuatro y media de la madrugada para escuchar aquellos programas que intercalaban noticias y música. Así que

Precariedad

Héctor trabaja en un call center , es arquitecto y llegó a España, a Barcelona, hace 6 años desde Córdoba, Argentina. Labora para una empresa financiera emitiendo llamadas a clientes morosos. A las 8 de la mañana coge el metro para ir a su lugar de trabajo, situado en una ciudad del extrarradio Barcelonés. No gana más de mil euros al mes por ello se rebusca la vida haciendo las actividades más disímiles desde tomar fotos en bodas, bautizos y comuniones hasta aplicar encuestas esporádicas en las calles. Meritxell es una chica treintañera que aún vive con sus padres. Ella, después de superar sendas oposiciones, trabaja como auxiliar administrativa en un centro de educación. Antes de lograr ese puesto fue teleoperadora, monitora de piscina y dependienta de Ikea. Meri es catalana y tiene dos carreras que nada tienen que ver con su función de administrativa. Su sueldo tampoco supera los mil euros. Rebeca tiene 52 años. Es de León pero vive en una ciudad del eje metropolitano de Barcelona ha

Días de Aguadepanela

Al abuelo y sus 91 años De repente, el invierno cayó sobre nuestros cuerpos como un manto helado. Y dejamos las mangas cortas y los zapatos ligeros para recibir una lluvia persistente y plácida que limpió las calles y los árboles. Fueron dos días de agua y niebla sobre los edificios tristes, sobre las plazas y parques solitarios. Pero también fueron días de recogimiento en el que redescubrimos la bondad de las cosas pequeñas, aquellas a las que siempre les canto en mis escritos y que se relacionan, por ejemplo, con la posibilidad de disfrutar de una tarde de sofá con una bebida caliente y música. El martes pasado, después de pasar por una importante prueba de carácter académico que me dejó agotada en todos los sentidos, me maravillé con lo reconfortante que puede ser dejarnos llevar por el ronroneo de la lluvia, por su imagen gris, mientras se toma una aguadepanela caliente. Esta bebida es típica de Colombia y de otras regiones de América Latina. La panela es el jugo de la caña de azú

Último día de verano

Hoy domingo 21 de septiembre es, astronómicamente, el último día de verano. El cielo ceniza sobre los tejados y la línea borrada del mar así lo confirman. Se acaba el calor y con él las piel desnuda, las terrazas de los bares abarrotadas, el murmullo de gente en la calle en la última hora de la tarde. Se acaban los días interminables en que todo parecía posible... Pero también se acaban las noches insoportables con la humedad en el cuerpo y la canícula del medio día que nos condena a quedarnos en casa o bajo una sombra protectora. Y me gusta que se termine el verano porque empieza un ciclo nuevo con su cielo y sus colores intensos. Es como regresar a la tranquilidad de las horas. A los tiempos lentos de la lectura, a los paseos tranquilos por los parques y las calles, a las confidencias de las palabras, al hechizo de la noche que se hace más larga y misteriosa. El otoño es una manta caliente y un café y un poema de Vallejo. Otoño es la complicidad con las cosas esenciales. Me gusta el

Agosto

Alguna vez escribí que agosto es un mes tonto. Y, en efecto, lo es. Al menos aquí en esta parte del mundo donde la mayoría de las personas salen o tienen que salir a vacaciones justo en esta época del año. Es tonto porque muchos establecimientos cierran y a veces te ves en dificultades para comprar cualquier cosa básica. Aunque hay que decir que las tiendas de los pakis e hindúes te echan una mano en esos casos puesto que casi nunca cierran sus puertas -al menos en aquellos barrios alejados del centro. Y es tonto porque a la que te encuentras con alguien siempre te preguntará ¿a dónde has ido de vacaciones? Es como si fuese una obligación via-jar-a-al-gu-na-par-te. Es tonto porque todo se paraliza, bueno, excepto los bares que como bien dice el refrán "hacen su agosto". Así que se torna difícil conseguir un empleo, una tuerca, un grifo, un cerrajero, un lampista... Pero agosto tiene también cosas positivas. La ciudad se despeja de coches y es posible transitar por sus calle

Reflexión de martes con lluvia

Hoy es martes con cara de lunes y la lluvia no cesa. El cielo se ha desbordado y ahora es sólo un velo húmedo y gris. El día de trabajo se antoja igual: repetitivo y soso, sin aliciente, como esa llovizna pertinaz que se deja caer en los tejados. El día prosigue con sus más y sus menos, con la gente presurosa que se desplaza por las calles con sus paraguas y sus caras de mono. Mileuristas sin esperanzas. Unos cuantos atados a una hipóteca de por vida y otros, a la certeza de que nunca tendrán una casa en su puta vida. Hombres y mujeres disfrutando de la situación de bienestar de esta europa progre de pateras, de periferias incendiadas, de campos inundados, de muertes en "road", de palabras huecas. Estoy escéptica. Quizá es la mañana...

Armonía

Hago una pausa. Dejo el texto que escribo sobre los usos de los espacios públicos y miro a través de la ventana. Me quedo sin aliento ¿cuántas veces he visto un amanecer como éste? Nunca. Todos los amaneceres, como los días, son distintos. Y no puedo describirlo. El naranja oscuro que nace de las entrañas del mar y que se va difuminando en las siluetas de los edificios. Y un aro de luna. Un cuarto de luna tan fino como un relámpago. Y un pájaro que planea y el viento que mueve la ropa tendida sobre un terrado. Me quedo sin palabras. La armonía existe. La belleza se despliega ante mis ojos con tanta naturalidad que siento pena por los que duermen a esta hora de la mañana y también por los que nunca han visto una maravilla como ésta. Hoy el día será breve.

El mundo, otra vez

Un mes y 7 días sin actualizar mi blog, sin escribir ni una palabra sobre lo profano o lo humano, lo trivial 0 lo periférico, lo grandioso o lo minúsculo... sin escribir por escribir. Pero aquí estoy, resurgindo una vez más de la cotidianidad, del estrés diario que sopla los días y borra los horas como el viento las nubes. Y resulta que en este tiempo de silencio forzado el mundo sigue su perverso curso: continúan llegando cayucos, pateras y embarcaciones de papel a las costas españolas con gente hambrienta que busca sólo otra oportunidad sobre la tierra; se conmemoran los 5 años del desmoronamiento de las torres gemelas -¿tiembla el imperio?-, el Papa una vez más se desboca y la caga ¿habrá olvidado que ya no hace parte de las filas nazis? y se enciende la hoguera de la ira... El mundo sigue su ruta díscola y todo parece más oscuro quizá porque el otoño está a la vuelta de la esquina y los días se hacen más cortos y las noches más largas, tal como la realidad de afuera y de adentro.